El viernes de camino a la clase, mi esposo y yo comentamos el caso en términos muy generales. Lo que a mí en realidad me interesaba, era saber cuál era la dinámica que seguían normalmente, pero él como el estudiante dedicado que es (por no decir nerd), me entregó mi juego de copias con un esquema complicadísimo que contenía por separado los hechos, los problemas y las posibles soluciones.
Al principio todas las parejas nos mostramos tímidos y callados, escuchamos atentamente a la maestra, que resultó ser una mujer sumamente preparada, y que además de psicóloga e instructora de padres en distintas escuelas, es esposa y mamá; después de un rato nos separaron en grupos más pequeños para comentar nuestro análisis.
Fue muy chistoso que, inmediatamente después de que nos sentimos más en confianza, las mujeres empezamos a hablar sin parar, y mientras los esposos hacían propuestas en relación a la productividad de la empresa y la necesidad de lanzar nuevos productos al mercado, nosotros insultábamos a la mujer que se atrevía a perseguir abiertamente sus aspiraciones profesionales, sin tener una clara necesidad económica, y sin remordimientos por dejar a sus tres hijos por más de diez horas diarias en la guardería.
De antemano señalé que el caso me generó sentimientos encontrados, porque siendo honesta me hubiera encantado ser una súper mujer, y tener oportunidad de conservar mi extenuante trabajo y simultáneamente ser madre de tiempo completo, pero la realidad es que es muy difícil encontrar el equilibrio entre dos tareas tan demandantes, y aclaro que estoy hablando concretamente del caso que refiere a una mujer con tres hijos y que busca superarse a nivel profesional a costa de lo que sea.
En el receso tuve oportunidad de platicar con otras esposas, y después de intercambiar información básica sobre nuestra familia (cuántos hijos tienes, de qué edad, etc.), discretamente externamos nuestras frustraciones laborales, ¿y trabajas? no (en voz baja para que no se oiga tan real), ¿y a qué te dedicabas antes de ser mamá de tiempo completo? … , ¿y extrañas? si claro, pero seguro más adelante tendré oportunidad de retomar mi carrera; y mientras, los esposos solo nos observan, como si en el fondo sintieran culpa.
Regresamos todos al salón, y ya después de un encuentro más cercano, de un café y unas galletas, entonces empezaron los alegatos. De entrada identificamos los problemas, y por unanimidad decidimos que la mujer tenía que aclarar sus prioridades; una señora ya más grande levantó la mano, y señaló que la agenda de esta mujer era por demás ridícula e imposible, y claramente molesta habló de su experiencia personal, “yo tengo hijos y trabajo alrededor de tres horas diarias, a veces salgo tan cansada que solo oír sus ruidos me molesta, no me explico cómo esta mujer, después de diez horas de estar en la oficina, dice que llega a su casa a jugar con sus hijos, eso no es cierto”, y continuó, “una cosa es trabajar por necesidad durante un tiempo razonable, y otra es dedicarle todo el día a tu realización profesional y que tus niños sean hijos de la nana”.
Se oían los murmullos, algunos asentábamos con la cabeza, otros no parecían estar de acuerdo, la maestra puso orden y volvimos al caso; es cierto que esa agenda es por demás exagerada, señaló, no conozco a una mujer que le dé de desayunar a sus hijos, los vista, se arregle y ordene la casa en cuarenta minutos, pero no perdamos de vista que esa agenda la desarrollo por solicitud de la empresa, a raíz de una serie de despidos en puerta.
Y continuamos con la discusión, un valiente señor señaló que si era posible que las señoras fuéramos mamás de tiempo completo y trabajáramos; con un claro temblor en su voz resaltó que su esposa era dueña de su propia empresa, y que le dedicaba todo el tiempo que su hijo estaba en la escuela. Ahhh, lo interrumpió la maestra, pero entonces tu hijo ya está más grande y ya no está en los primeros años que son los más demandantes para las mamás, el señor se limitó a voltear a ver a la esposa con una mirada de “yo lo intenté”.
La maestra moderó las discusiones con un gran talento, nos dio la palabra tanto a alumnos como a esposas que ansiosas levantábamos la mano para emitir nuestra opinión y hablar de nuestras propias experiencias, y así llegamos a la etapa de conclusiones. Después de agotar las posibilidades para que la empresa tuviera éxito en sus próximos lanzamientos, y de negarle la vicepresidencia al jefe del proyecto, hablamos de la mujer en discordia.
Parece que nuevamente me extendí demasiado, la última parte se las comparto el Viernes. Gracias a quienes ya nos mandaron su punto de vista (Ana y Anónimo), esperamos que sus opiniones sigan llegando. mj
Ilustración: Carmen Lara
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