martes, 21 de febrero de 2012

Día Internacional de la Lengua Materna

Hoy se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna, asunto que parece poquita cosa o tema del pasado, pero que cobra una enorme relevancia al tomar consciencia de que desde que el ser humano empezó a hablar han desaparecido alrededor de 30 000 lenguas. Una perdida irreparable del pensamiento y la cultura de diversas sociedades.


¿Por qué se pierde una lengua?

Las razones son amplias y complejas, tienen que ver con la forma en la que se ha configurado el mundo y la falta de uso y transmisión de la lengua. Actualmente se considera que una lengua está en peligro de extinción cuando la hablan menos de 100 000 habitantes.

En mi opinión es también un asunto de falta de tolerancia y respeto haca ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ falta de uso y transmia y respeto hacver con la forma en la que se ha configurado el mundo y la falta de uso y transmía la diversidad. Queremos que los demás hablen lo que nosotros entendemos y nos frustra y limita aquello que desconocemos.

Como mamás somos responsables del cariño que nuestros hijos sientan por el lenguaje, ellos hablaran como nosotros lo hacemos (si no me creen deténganse de vez en cuando a escuchar como estructuran frases y pongan especial atención en el tipo de palabras que utilizan). Las personas que nutren emocional y socialmente a los niños son también quienes les transmiten los cimientos del lenguaje.

No se trata de ser tratados vivientes de la lengua que hablamos, de entablar largas charlas sobre estructuras gramaticales o de planear juegos sobre sintaxis y semántica. Como suele suceder, la cuestión es mucho más simple de lo que imaginamos; se trata de hablar, de cantar, de rescatar del olvido, rimas, rondas, leyendas y tradiciones, de volver a volver a enamorarlos con la lectura de cuentos y poemas, de escucharlos y volver a pronunciar con ellos las palabras que no dicen con precisión.

Se trata como casi siempre en cuestiones de maternidad, de quererlos lo suficiente para respetar su andar por los caminos del lenguaje y ayudarlos a que aprendan a respetar y apreciar la diferencia. cj

lunes, 20 de febrero de 2012

Semana 21


Ahora si no tengo disculpa, he descuidado por completo mi participación en Ácido Fólico, pero la realidad es que esto del embarazo le ha dado un completo giro a mi vida.
Por fin empecé a sentirme normal (si eso se puede decir cuando te está creciendo la panza a la velocidad de un rayo) hace alrededor de un mes; se fueron las náuseas, el cansancio extremo, y alguno que otro achaque que todavía estaba arrastrando. Fue entonces cuando me entró nuevamente la energía y decidí ponerme a hacer cien mil cosas al mismo tiempo, lanzar mi proyecto en el que tanto había trabajado, empezar con la “remodelación” de mi casa para la llegada del nuevo integrante de la familia, analizar y aceptar una propuesta para colaborar como Asesora Independiente en un nuevo proyecto… y entonces la pila se me empezó a acabar y aparecieron las frustraciones nuevamente.
Hace un par de semanas de plano parecía que caminaba con una nube negra encima, mi hijo se enfermó de las típicas veinte cosas que afortunadamente no son graves, pero que te mantienen preocupada, desvelada, nerviosa y agotada, porque se despertaba por la noche con la nariz atiborrada de mocos, tenía ronchas en todo el cuerpo y no sabíamos exactamente porque, en fin, toda una serie de malestares que no me permitían concentrarme en otras cosas, que como era natural empecé a descuidar.
Para complementar el cuadro clínico que les describo en el párrafo anterior, la maestra de mi hijo me envió una nota diciéndome que últimamente lo notaba muy agresivo y peleonero con sus compañeros, lo que de inmediato provocó que yo hiciera una cita para tener más información al respecto. (Creo que eso de las agendas en las guarderías, que son el medio de comunicación entre Mamás y Maestras cuando los niños todavía no hablan bien, puede ser un tema interesante para otra entrada de Ácido Fólico).
Fui a la cita la semana pasada, y me tranquilicé al descubrir que la situación no era únicamente mucho menos grave de lo que yo esperaba, sino también normal para un bebé de menos de dos años que “empieza a sentir pasos en la azotea” con la llegada de un hermano menor. También me cayó el veinte (un poco con la ayuda de Carol, no voy a mentir), de que le afectó mucho que recientemente su maestra Paty, a la que quería mucho, se fue de incapacidad por maternidad, lo que le pudo causar pánico al pensar que su Mamá, que igual que ella tiene una panza grande, también se va a ir.
Todo se ha ido resolviendo poco a poco, y de igual manera yo entendí que me debo relajar y no tratar de hacer todo al mismo tiempo, o cuando menos no todo con tanto detenimiento y detalle, porque con un hijo, y próximamente con dos, es prácticamente IMPOSIBLE.
Por cierto, la última vez que escribí les comenté que apenas nos íbamos a enterar del sexo del bebé que esperamos… y pues desde hace unas tres semanas sabemos que es otro NIÑO, lo cual la verdad me tiene de lo más feliz y tranquila. No porque no me hubiera gustado tener una niña (la gente a mi alrededor me sigue diciendo “pues nunca sabes”, aunque yo estoy negada a la idea de tener un tercer bebé), pero de verdad creo que será un excelente compañero para mi hijo mayor. No necesito aclararles que para mí ha sido fundamental en la vida tener una hermana, porque ya lo saben (las hemos saturado hasta el tuétano con nuestra relación), y en cambio mi hermano menor, que era el único hombre, creció un poco más solitario y siempre tuvo la necesidad de estar rodeado de amigos para jugar y sentirse acompañado.
Sé que también tendrá sus contras, ya que el resto de mi vida estaré rodeada de hombres que pueden ser muy difíciles, pero por lo pronto me consuelo al pensar que tengo kilos de ropa guardada que finalmente podré volver a usar.
Prometo no volver a ausentarme por tanto tiempo, y créanme que para mí tampoco es fácil porque no solo extraño a las lectoras y toda esta dinámica, sino que ahora además de tener a mi Mamá y a Carol encima diciéndome que me toca escribir, tengo a mi Ginecólogo cuestionándome por qué no he contribuido a tan especial proyecto.
En fin, si quieren conocer otro poco de mi y de mis recientes quehaceres, pueden visitar www.kdekilo.mx, así como el blog www.kdekilobasculas.blogspot.com. mj
Ilustración: Carmen Lara

miércoles, 15 de febrero de 2012

Mamá: apaga a abuela.



Sobra decir que Internet ha cambiado la forma en la que nos comunicamos con el mundo. La posibilidad del contacto a través de las redes sociales, de la escritura gracias a los blogs, de las búsquedas inmediatas, son ahora elementos esenciales en nuestro día a día.

Así las cosas no se puede dejar de lado un invento que parece magia Skype este pequeño que te permite ver y hablar con alguien a través de la pantalla. Me acuerdo que las primeras veces que lo usé me sentía ridícula y más que ver al otro veía mi reflejo (que en realidad no es un reflejo) en la pequeña ventanita de mi pantalla, intentaba arreglarme un poco, acomodarme el peinado y encontrar sin que fuera evidente para aquél que me veía del otro lado, mi mejor ángulo.

El tiempo pasó  y platicar por Skype se volvió algo ordinario, como hablar por teléfono o mandar un mensaje. Lo inesperado ahora ha sido ver como Lucía, mi hija que no tiene ni dos años ha crecido con la nueva tecnología.

Como mi mamá no vive aquí casi a diario nos conectamos para platicar un rato. Mi hija le cuenta lo que ha hecho en el día, le enseña juguetes, le canta canciones y hace monería  y media frente a la cámara. Mi mamá, ávida de la nieta (y el nieto porque Gambi, también participa de todo esto), les enseña todo lo que ellos quieren, recibe a través de la pantalla el café que los nietos le ofrecen, canta a todo pulmón las canciones que le piden y busca una y mil veces a Pulga (su perrita) para mostrarla frente a la cámara ante la petición de los pequeños encantos.

Las conversaciones casi siempre están salpicadas de momentos chuscos, a veces una de las dos partes no entiende a la otra y se quedan mirando en busca de explicaciones o un traductor  (que casi siempre es la mamá en turno), hay días en que es tan grande el deseo de los nietos de acercarse a la abuela que babean la computadora al dar un beso o intentar la cercanía de un abrazo, en momentos de urgencia yo he llegado a “encargarle” a mi mamá a Lucía para ir al baño o bajar por algo que necesito (el encargo por supuesto consiste en explicarle a mi hija que voy a hacer, correr a la velocidad del rayo a hacer lo que quiero mientras escucho a mi mamá hablando con mi hija, que por fortuna entiende que “se queda con abuela” un poquito y no se mueve del lugar en el que está), hay veces en las que la conexión es mala y  entonces la abuela se petrifica y los nietos gritan – abuela, abuela, no se ve-, o días en los que las que quieren hablar con abuela son más bien las mamás, entonces monopolizamos la pantalla y la platica y aburrimos a los niños por completo.

Hace unas semanas mi mamá y yo estábamos platicando por Skype encantadas, mientras Lucía harta de llevarnos café, enseñar monos y cantar para interrumpir la platica intentaba llamar la atención de una de las dos, cuando de plano fue demasiado, se puso frente a mi y me dijo: -mamá, apaga a abuela- ante semejante petición no pude más que apagar cordialmente a mi mamá y seguir con las actividades de la tarde. cj

Ilustración de la abuela

Atenta invitación...

Queridas lectoras,
Las invito a que se den una vuelta por Pero Recuerda... mi nueva libreta. Será un espacio hermano de AF, pero en donde además de maternidad, hablaré de temas que me interesan y asuntos del día.

Un abrazo. cj

jueves, 2 de febrero de 2012

Mom Jeans...



Nota para antes de leer: el término Mom Jeans no se refiere a los jeans de maternidad, es un término que se usa en el slang gringo y hace alusión a los jeans que usan las mamás anticuadas (para más referencias busquen en google imágenes de "mom jeans")


Hace exactamente una semana sucedió la anécdota que les contaré el día de hoy, es total y absolutamente banal pero no por ello menos cercana al mundo de la maternidad que compartimos.

Todos los días mi hija y yo tenemos la misma rutina para comer que concluye cuando ella por fin puede bajar a jugar y yo me pongo a limpiar y acomodar la cocina. Como todos los días, casi cuando estaba acabando de lavar los trastes, ella se colgó de mi pantalón y me dijo –vente mamá-, como todos los días le contesté –mi amor, estoy lavando, en cuanto acabe subimos, ve afuera o siéntate a ver un libro en lo que termino-, claro que no me hizo mucho caso y siguió colgada de mis piernas.

Cuando por fin terminé de lavar, me abrazo y se colgó de mi cinturón, luego levantó mi suéter y la playera que traía abajo en busca de mi ombligo, cuando lo encontró hizo –riiing- y todavía colgada de mi cinturón (con sus piecitos sobre los míos) me dijo –mamá pelos-  ¿¿¿qué???, en ese momento baje la cabeza a toda velocidad para descubrir en efecto que mi hija estaba colgada a tal grado de mis jeans que desde su corta altura podía perfectamente ver…

Inmediatamente cambié el tema, subimos a jugar y prepararnos para ir al parque, yo me sentía incomodísima en mis jeans así que decidí cambiarme y buscar unos más de mamá…
Entonces caí en cuenta de la magnitud del incidente, lo que buscaba en mi propio closet eran: ¡¡¡mom jeans!!!, esos pantalones medio deformes que toda mamá que se precie de serlo porta con orgullo alguna vez en su vida, mismos que atentan contra la estética del universo porque son amorfos, altísimos de la cintura, bombachos de las pompas, pegados de los tobillos y siempre de un color de mezclilla que parece una mezcla de todos los azules relegados del mundo de los jeans de verdad, esos engendros que había criticado durante años, se convertían de momento en mi objeto de deseo ¡¡¡a lo que había llegado!!!

Mi hija acabó con mis cavilaciones y nos fuimos al parque, yo con los jeans del demonio que sentía me hacían ver como un chorizo que busca quitarse los años y aparentar que todavía no tiene hijos ni la necesidad y el pudor de cubrirse un poco más. Mientras animaba a mi hija a echarse del resbaladero o corría para atraparla, fantaseaba con encontrar unos mom jeans buenos, bonitos y baratos.

Cuando por fin recurrí a mi mamá para preguntar sobre los mejores mom jeans de la comarca soltó una carcajada y me dijo –puedes buscar unos “semi mom”- que no sean tan a la cadera pero tapen un poco más, me sentí Maribel Guardia, Ninel Conde y la tigresa al mismo tiempo. –mamá tampoco es así cómo que ando casi encuerada, mis jeans no están TAN abajo-, -ya sé mi hijita pero con todo lo que tienes que hacer cómo mamá, es lógico que se vayan bajando y como cada vez hacen los jeans más a la cadera, lo que puedes buscar es algo intermedio entre los espantosos mom jeans y los (no lo dijo pero intuí que diría “juveniles”) jeans que usabas antes de ser mama-

A la fecha la verdad es que no he tenido tiempo para ir en busca de mis deseados jeans, sigo usando los jeans de jovencita que ya no me gustan, pero que sobre todo YA NO ME ACOMODAN,  y es que la verdad el incidente de los pelos (que afortunadamente sucedió en la comodidad y secrecía de mi propia cocina) fue la gota que derramó el vaso, pues ya había tenido una que otra señal de incomodidad. Definitivamente el cuerpo cambia después de los hijos y al menos en sus primeros años la ropa tiene que ser más funcional que moderna, pero por supuesto no quiero verme tan mal, así qué ¿¿¿alguna sugerencia sobre los mejores jeans semi-mom???, un abrazo, cj

Ilustración Carmen Lara