miércoles, 2 de noviembre de 2011

¡NO!



El tema de hoy ha rondado en mi cabeza desde hace tiempo, sobre todo porque de repente vivo conflictos similares como madre de una niña de un año ocho meses y como maestra de adolescentes preparatorianos.

Hay días en los que mi vida es un NO rotundo, ¡hijita NO te pares en la silla que te vas a caer!, ¡NO se pinta en las paredes!, ¡Dame el juguete que NO lo puedes llevar a la escuela!, y más tarde con mis alumnos: ¡NO saquen el celular!, ¡NO pueden estar comiendo en el salón!, ¡Si siguen platicando NO van a tener descanso!, ¡NO copien, NO griten, NO contesten NO, NO, NO, NOOOOOO!

Bueno, creo que la idea a quedado clara y hasta cierto punto pueden inferir que vivo negando permisos y prohibiendo actividades. Sin embargo yo no siento que mis nos sean tan continuos o terribles. Por supuesto sé que con mi hija es mejor dar opciones y enunciar las cosas que SI puede hacer y con mis alumnos la necesidad de tantos nos puede ser el síntoma de una clase mal preparada o falta de destreza para interesarlos en el tema.

La cuestión que me ha hecho reflexionar más al respecto tiene que ver con los polos en los que a veces habita la educación. Por un lado los padres modernos y alivianados que creen que el NO es el boleto directo hacía los traumas y la falta de personalidad de los pequeños y por el otro los padres que educan de forma rígida y clásica en donde no es no sin posibilidad de diálogo.

Yo quiero creer que yo no estoy en ninguno de estos extremos, pero todo es cuestión de enfoques, hay días en los que como ya les comenté soy la dueña y señora del NO y otros en los que me parece una aberración estar prohibiendo y regañando todo el día. Pero la gran mayoría de las veces navego en medio, trato en la medida de lo posible de explicarle a mi hija y a mis alumnos por qué hay cosas que no conviene que hagan, intento dar opciones antes de prohibir e intento dar el ejemplo de lo que predico.

Pero estoy absolutamente convencida de que hay situaciones en las que es NECESARIO decir que NO, los niños pequeños tienen que saber que hay cosas que no se hacen porque lastiman a otros o atentan contra su seguridad; por supuesto que no voy a negociar con mi pequeña cuando vamos a cruzar una calle, -me das la mano o te cargo NO puedes cruzar tu sola-,

Como mamá yo decido la frecuencia y los momentos en los que digo que NO, todo en pro de formar a una niña que sea responsable de sus actos, como maestra el cuento es muy distinto, para bien o para mal mis alumnos tienen una educación previa y en el salón de clases confluyen mi educación e ideas con su educación, a menudo pienso ¿alguna vez alguien les habrá dicho que NO con entereza?, porque en este movimiento pendular entre la educación clásica y rígida y la negociación a toda costa se han perdido valores fundamentales que hacen que algunos adolescentes estén seriamente confundidos con lo que se debe o no hacer.

Sí es verdad que el lenguaje se desgasta y la enunciación sin límite del NO puede hacer que pierda el sentido, pero parte del arte de la educación reside también en saber cuando decir que NO y sostenernos en lo dicho. Cosa que como bien me decían mis papás puede ser mucho más complicada y demandante que decir que si a todo.

No las aturdo más queridas lectoras, espero compartan sus experiencias e ideas respecto al NO, tema que me parece por demás interesante, nos leemos. cj

La ilustración es un fragmento de Mafalda la increíble heroína del caricaturista argentino Quino.

1 comentario:

  1. Hola,

    Coincido contigo en cuándo debemos utilizar la palabra NO; soy mamá de dos pequeños y mi esposo y yo hemos dialogado respecto a este tema en varias ocasiones, es decir "tratamos" de utilizarla solo cuando peligra su seguridad u ofenden y/o agreden a otros.

    El problema se nos presenta cuando decimos NO, fuera de esas ocasiones, y después de la insistencia o llanto de los hijos podemos caer en la debilidad de decir SÍ, con lo cual al final les hacemos un daño mayor, pues registran en sus cabecitas, que si quieren conseguir algo deberán hacer berrinche; por ello, en lo personal busco decir NO, lo menos posible, y pensar, no pasa nada si hace o no determinada cosa. Pero si ya dijimos NO, sostengámonos en lo dicho, por el bien de ellos.

    Otro problema, puede ser cuando papá ya dijo que NO, y para mis adentros yo puedo pensar "yo hubiera dicho sí", pero debo respaldarlo, y aunque acudan conmigo, recibirán el mismo NO, por respuesta, para que vayan aprendiendo desde pequeños, lo que representa la autoridad.

    Saludos.

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