miércoles, 12 de octubre de 2011

Porque lo digo...¿yo?

Hace unos días una amable lectora nos pidió que compartiéramos cómo le hacemos para lidiar con problemas de autoridad –léase- qué hago cuando yo digo una cosa, la abuela otra, el papá otra y un largo etcétera de familiares y personas presentes –y que tienen algo que decir- en la vida de nuestros pequeños, opinan.

He pensado mucho en el tema. Como mamá, maestra y psicóloga. En estas circunstancias la Carol mamá ha tenido mucho que aprender, porque quiero que lo sepan me ha costado mucho trabajo ceder un poco de mi autoridad como madre cuando están cerca de mi hija otras personas, sobre todo mis papás, que están tan absolutamente deleitados por el hecho de ser los abuelos que se permiten todo aquello que siempre (a los hijos) nos dijeron que no.

Al principio (todavía a veces, pero cada vez menos) me enojaba con mi mamá, le alegaba que no era posible por el bien de mi hija que le permitiera hacer todo lo que se le antojaba, le explicaba que era necesario educarla y que como su abuela ella tenía la “obligación” (… ya sé soy terrible) de aceptar la forma en la que mi esposo y yo queríamos educar a mi hija. Mi mamá con toda calma (la mayoría de las veces porque hubo instantes en los que  quiso desaparecerme por completo), me contestaba que ella nunca haría nada para perjudicar a mi hija o contradecir lo que nosotros decíamos, (claro que para mí una cosa es lo que decía y otra muy distinta lo que yo observaba).

El tiempo ha pasado y he aprendido y sobre todo recordado que los abuelos en gran parte lo son porque tienen la oportunidad de hacer con los nietos lo que se les antoje, su papel es quererlos hasta no poder más, ayudarlos a descubrir todo lo bueno y maravilloso que hay en el mundo, consentirlos, abrazarlos y dar uno que otro permiso que transgreda las normas de la rutina y la vida diaria. Si, es verdad mi hija generalmente está insoportable cuando está con sus abuelos, pero es porque sabe y siente el conflicto de autoridad que se genera en mí, la mayoría de las veces si yo no entro en pleito con los abuelos, ella no trata tanto de hacer lo que sabe yo le voy a decir que no haga.

Dicho lo anterior toma la palabra la maestra y psicóloga. Yo creo cien por ciento que educar es la tarea más compleja y gratificante que puede experimentar una persona, es una actividad que no se acaba pero que por sobre todas las cosas requiere de una constancia, sinceridad y amor, que en ocasiones se roban todo lo que somos.

Yo soy maestra de adolescentes y muchas veces después de soportar desplantes, contestaciones o de plano majaderías en todo el sentido de la palabra me quedo pensando ¿quién y cómo educaron a esta persona?, porque parece, a veces, que ya no existen los límites ni conocen la forma en la que se debe de tratar a los adultos. En este sentido siempre me remito a mi experiencia como madre y trato en la medida de lo posible de que la educación de mi hija no recaiga por completo en mis manos, mientras más personas, la quieran y ayuden a formarse, más rico y amplio será su bagaje cultural y social. En pocas palabras sabrá que hay diferente estilos para ser y hacer.

Por otro lado y como comenté en la entrada de ayer, creo que subestimamos el poder del lenguaje con los niños pequeños, creemos que si les explicamos lo que sentimos o sucede cuando hay un conflicto de autoridad no lo van a entender. Por eso mejor actuamos nuestro enojo y frustración lo que hace que ellos nos vean enojados pero no entiendan bien por qué lo estamos.

Lo más importante a fin de cuenta es que los niños sepan que hay ciertas cosas que en ningún lugar serán permitidas: faltas de respeto, golpes a los mayores (cada vez me sorprende más la frecuencia con la que los pequeños en medio de un berrinche forcejean y golpean a los papás), y un largo etcétera que cada familia acordara con las personas cercanas al niño, mis papás por ejemplo saben que pueden hacer lo que quieran cuando están a cargo de mi hija siempre y cuando respeten sus horarios para dormir y comer y no la dejen pegar o hacer berrinches a su antojo (sentido común que a veces no perdemos nada con recordar). Mi hija por otra parte, cada vez tiene más claro que estando en casa de sus abuelos las cosas son más flexibles y tiene chance de hacer cosas que en su casa no puede, cuando llega a casa y trata de pasarse un poco de lista con todo cariño se lo recuerdo – mi amor, en casa de abuela puedes desayunar sentada en las escaleras, pero aquí tienes que sentarte en tu silla- generalmente no pasa a más y responde sin mayor problema.

Al final de cuentas los niños son excelentes observadores y a veces tratan de colarse o hacer lo que quieren cuando detectan que hay conflicto entre los acuerdos y relaciones adultas, el chiste en ese sentido es que entre adultos seamos capaces de hablar y dialogar y no utilicemos a los pequeños como moneda de cambio entre nuestros pleitos o complejos. cj

Para seguir leyendo les recomiendo la siguiente liga y dos libro:


Adriana Isla, ¡Auxilio! Somos papás. Una guía completa para acompañar todas las etapas del desarrollo emocional infantil. Editorial de Bolsillo.

D. Winnicott, Conversando con los padres. Editorial Paidós


Ilustración La Abuela

3 comentarios:

  1. Sabes que a mi me pasa lo contrario con mis sobrinos, (todos son hijos de mis primas) cuando estan con sus padres o en casa de sus abuelos, hacen berrinches, les contestan, manotean o retan son en general muy Chuckies Monster, y cuando se los pido prestados para llevarlos al cine o de paseo, son la cosa mas linda y adorable del mundo, no piden nada extra o hacen drama, se comportan y en general son buenos niños...

    Creo que los niños son las personas mas inteligentes del mundo y que saben identificar perfectamente las situaciones en donde pueden "manejar" a las personas y cuando pueden ser niños que gozan del beneficio de divertirse y pasar un buen rato...

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  2. Les comparto otro libro:

    Disciplina con amor
    Como poner limites sin ahogarse en la culpa
    Rosa Barocio
    Editorial Pax Mexico

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  3. Gracias Anónimo y Erika por sus comentarios, voy a tratar de conseguir el libro que nos recomiendas, un abrazo, cj.

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