lunes, 27 de junio de 2011

¡El avión!


Me acuerdo cuando de niña viajaba con mis papás, y en el avion nos tocaba la tipica pareja joven con el bebe llorón justo atrás, todo el vuelo pensaba en como era posible que no controlaran a su bestia que iba pateando y gritando cual guacamaya, picando cada botón y abriendo la mesita. Todos nos volteábamos a ver con la clásica mirada de no puede ser, que alguien les diga algo, y mis papás nos seguían la corriente como si a ellos también les pareciera extraordinario e irresponsable.

En nuestras vacaciones de la semana pasada, muchos años después, a nosotros nos toco ser la pareja joven (o eso creemos) con la bestia en el avión. Puedo decir con honestidad, que mi esposo y yo hicimos todos los esfuerzos humanamente posibles por mantener a nuestro hijo distraído, entretenido, alejado de todos los vecinos colindantes y, con intentos fallidos, dormido.

Y es que la verdad las aerolíneas, aeropuertos, y demás instalaciones y personas con las que uno tiene que convivir y lidiar cuando viaja, piensan muy poco en los niños, y mucho menos en los papás de los niños. No hay zonas seguras para entretenerlos y cansarlos si tienes que hacer una conexión, no hay preferencia en las eternas filas para registrar el equipaje, de hecho, no hay ninguna consideración para los pobres bebes aburridos, desesperados y cansados.

Tuvimos que tomar dos vuelos, tanto de ida como de regreso; de ida todavía estábamos frescos como lechugas, y nos parecía simpatico que se nos acercaran otros pasajeros a hacernos toda clase de preguntas absurdas acerca de nuestro hijo, todos íbamos emocionados por ver a la familia y por todo lo que habíamos planeado para la semana. De regreso, ya agotados, fingíamos la sonrisa cuando alguien se dirigía hacia nosotros, y casi matamos a la azafata que llego a platicarle al niñito cuando estaba a punto de quedarse dormido y dejarnos descansar por lo menos unos minutos.

No cabe duda que viajar con niños chicos es toda una experiencia, hay que cargar con la alacena por si les da sed o hambre, con libros para leerles, con el mono con el que se duermen, con cobija por que el aire acondicionado tortura, con una decena de pañales, con un cambio de ropa cuando menos, y la lista es interminable. Ademas, te tienes que convertir en contorsionista de circo porque todos los lugares son mínimos, no hay suficiente espacio para poner las cosas en el compartimento de arriba, entonces hay que llevar la pañalera y demás curiosidades entre las piernas por si algo se ofrece.

Lo mejor de todos los viajes, ademas de divertirte, disfrutar a la familia, conocer nuevos lugares, etc., es regresar a tu casa; ese sentimiento cuando vienes de regreso de "hoy por fin todos dormiremos en nuestra cama" es inigualable, y nosotros todavía lo estamos disfrutando, mi hijo se estira y ronca como un lirón.

Aprovecho para darles las gracias a las lectoras de ácido fólico por darnos una semana de vacaciones, ahora si regresamos con toda la energía, con muchas historias y anécdotas que compartir, y sobre todo, con muchas ganas de reír y llorar con ustedes. mj

3 comentarios:

  1. Me imagino la experiencia!!! Imaginare como me ira a mi la semana que entra con dos, sola en el avión!!!! Muero de pánico!!!! Besos mjfg

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  2. Sí, se les extrañó, después del ritmo al que nos acostumbraron, me preguntaba qué estaría pasando, ahora que sé que el motivo fue un viaje de vacaciones, son totalmente comprendidas! jajajajaja en hora buena que están de regreso!

    María Teresa.

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