Cuando me enteré que estaba embarazada, mil cosas pasaron por mi mente, como es natural primero pensé en el bebé que venía en camino, hice cuentas de cuando nacería, imaginé desde el principio que sería niño, y después de unos cinco minutos de volar emocionada, pensé ¿Qué va a pasar con mi trabajo?.
Desde que nos casamos, mi esposo y yo hicimos planes serios para tener familia en un corto plazo, y entre esos planes, incluímos un intensivo ahorro para que yo tuviera oportunidad de renunciar a mi trabajo cuando nacieran nuestros hijos; en ese entonces, que todo se veía aún lejano, yo no imaginaba todo lo que pasaría cuando llegara ese momento.
Profesionalmente vivia un momento estable y feliz, tenía un trabajo que disfrutaba, en el que aprendía todos los dias y que me daba la oportunidad de crecer, y esa situación me llevo a cuestionarme durante todo mi embarazo, si realmente quería abandonar lo que tanto me había costado para dedicarme a ser mamá de tiempo completo.
Es un hecho que las dudas se disiparon en el instante en que vi a mi hijo por primera vez, no me podía imaginar que teniendo la oportunidad de estar con él todo el tiempo, decidiera irme a la oficina a perseguir mi desarrollo profesional, pero pensaba en las mamás que por necesidad lo tenían que hacer y compartía su dolor.
Las primeras semanas después del nacimiento de mi hijo fueron tan difíciles, que yo pedía a gritos regresar a mi trabajo, pensaba en mi oficina con escritorio naranja y paredes de cristal, en la convivencia diaria con mis compañeros que si me escuchaban y me respondían, a diferencia de mi hijo que solo me veía, y en todos los proyectos que me emocionaban y que había dejado inconclusos.
No cabe duda que el mundo en el que vivimos ahora es muy distinto al que vivían antes las mujeres, ahora tenemos otras oportunidades, otras expectativas, otras aspiraciones, pero definitivamente la labor de madre nunca perderá valor, y como me lo dijo quien era mi jefa en ese momento, "Abogada vas a ser toda la vida, pero los momentos con tus hijos nadie te los devuelve".
Admiro enormemente a las mamás que van todos los días a trabajar, que aunque regresan agotadas les dedican a sus hijos tiempo de calidad, los bañan, les hacen la cena y les platican, pero tengo que decir que ser mamá las 24 horas del día es igual de cansado, no hay pausas ni chacoteos, no hay la celebración del cumpleaños del compañero, ni tiempo para checar tus correos.
Este tema tiene mucha tela de donde cortar, pero quería empezar por contarles lo difícil que fue para mi tomar la decisión de renunciar a mi trabajo, de dejar a un lado algo que amo, por alguien que amo más. mj
Ilustración Carmen Lara
Recordé el momento en que decidimos como pareja ser papas y en cuando yo dejaría de trabajar.... Amo mi profesión, po el amor por mis hijos es mayor. creo que es una de las decisiones mas difíciles que he tenido que tomar!!! que bueno que como yo hay mujeres que viven lo mismo. Animo mj que cuando viene el segundo se pone mas difícil la chamba!!! besos mjfg
ResponderEliminarQue bonito escribes! que claridad, sabes cuando nació Geronimo mi hijo me pasaron tantas cosas ... al leerte recordé ... (soy artista visual, pintaba entonces y ahora), yo me quedé con mi hijo por que mi trabajo era compatible con el pero también era cansado, cuando por la mente me paso dejarlo en la guardería pensando en su independencia y fortaleza y mi desarrollo profesional,, desistí y como tu, pude hacerlo, no pasaba nada si dejaba de hacerlo no me gusto dejarlo al segundo día se había enfermado y no lo deje hasta los dos años y medio, en maternal cuando además le encanto su escuela, cada mamá vive sus propias circunstancias, encontramos el camino, el mejor por que los amamos y si muchas mamás no tienen nuestra opción y duele, son tantas que tienen que dejar a sus hijos a su pesar...
ResponderEliminarMe gusto mucho leerte, felicidades! un abrazo y eres una mamá maravillosa! ireri
Yo por el contrario, fui mamá primero y después trabajé. Primero fué una opción a la que se le aunó la necesidad. Gracias a Dios le dí al clavo, pues practico lo que me apasiona desde que comencé mi vida profesional, aunque balancear los hijos y el trabajo no fué nada fácil. Y si fué agotador. Tres hijos y sin nade quien me echara la mano del diario. Era necesario trabajar, limpiar, hacer las compras, y a veces cocinar. Ellos recuerdan las innumerables veces que comían cereal pues el cansancio era total. Y luego, continuar con mis estudios. Fuí criticada en ocaciones, y hasta hubo quién comentara -mira ella sí es mamá de a de veras por que se queda en casa con sus niños- ¿Y yo que era, madre de a mentiras? Si mis hijos fueron a guarderías, se quedaban después de escuela al cuidado de "after school care." Fueron a campamentos de verano y poco a poco en sus pequeñas mentecitas, puede lograr inculcarles valores y el respeto a la disciplina y al trabajo y la importancia de la superación personal para salir adelante. Ahora los tres son mi orgullo. Lo logré. Gracias no solo a Dios y a mi esfuerzo y tenacidad, sino al gran apoyo de dos seres sumamente importantes en mi vida...mis padres! Y si, concuerdo contigo, la labor de ser madre de tiempo completo es monumental, y el hacer a un lado una profesión que te apasiona es admirable. Lo importante es poder ser tú quien elija. Ambas opciones pueden dar resultados positivos. TQM.
ResponderEliminarEscribes muy lindo. Sin embargo, siento que algunas se justifican por no "poder con ambos paquetes", hay algunas a las que no nos queda opción de trabajar. Es más fácil solo decir no puedo, que escudarse en justificaciones....totalmene respetable.
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