- Hijita ¡bájate de los libros!, ¡no te comas la tierra!, ¡nooooo, cuidado qué eso es de vidrio y te puedes cortar!, ¡suelta el cable!, ¡deja el contacto!, ¡saca la mano que te machucas!, ¡la basura está sucia huácala, cierra el bote!..
… Cinco minutos después escucho un llanto profundo, agudo y desconsolado, a punto de que se me salga el corazón corro y veo que mi hija llora dentro de una caja –¡mi amor qué paso!, ¡te dije que no te metieras a la caja ¿ves? ¡hay que tener cuidado! ¿¡dónde está tu papá!?. Mi hija llora unos cuantos segundos más la saco de la caja y se va caminando como si nada en busca de otra caja o peligro. Yo me cercioro de que no encuentre un arma letal en su camino y como fiera salvaje busco a mi esposo –¿dónde estabas? Tu hija se metió a una caja, se volteó y se asustó?, no le paso nada, pero se pudo haber dado un golpe tremendo y tú…
La realidad es que él (mi esposo), estaba moviendo cajas, empacando libros, acomodando los muebles para prevenir accidentes, en fin haciendo de todo para que las horas se pasen rápido y sin más percances. Pero en el instante en el que algo le pasa a mi hija odio tener que asumir la responsabilidad y prefiero pensar que la culpa es de él.
Si empacar y mudarse es pesado, hacerlo con una niña de quince meses que no se está quieta y quiere jugar con todo lo que se encuentra a su paso es toda una prueba de salud mental. A estas alturas que se meta las manitas inmundas de tierra y polvo a la boca o se quede pegada con la cinta que cerramos las cajas ya es algo de todos los días. En este mes he constatado que definitivamente lo que no te mata te hace más fuerte.
Sin duda algo que para mí es muy desgastante es tener mil cosas que hacer y a la par tener que cuidar a mi hija. Porque sucede que trato de hacer todo al mismo tiempo y al final nada sale como esperaba y acabo sintiéndome mal por exigirle a mi hija que me entienda y con un terrible remordimiento de consciencia por reclamarle a mi esposo cada vez que algo no sale como quiero.
Hasta hace un mes mi esposo y yo trabajábamos en el mismo lugar y nos ocupábamos de mi hija casi en la misma proporción: los dos la bañábamos, cambiábamos, arrullábamos y pastoreábamos por igual. En el último mes nuestra vida se ha reconfigurado, no sólo cambiamos de espacio geográfico (mañana dejamos Lagos de Moreno para instalarnos definitivamente en Guadalajara), yo dejé de trabajar y por el momento me encuentro en una especie de tierra de nadie entre el caos de la mudanza, el cuidado de mi hija y la incertidumbre laboral.
No me quejo. He disfrutado no tener trabajo, me encanta contar con todo el tiempo del mundo para jugar con mi hija sin presiones, me gusta la idea de pasar las tardes con Michelle y los niños, pero todo ha sido tan rápido que a ratos siento que soy otra persona.
Sin duda lo que más voy a extrañar es el compartir todas las actividades del día con mi esposo; platicar de cada avance de nuestra hija, celebrar las nuevas palabras, exagerar sus gracias y saber que no son sólo mis ojos los responsables de su bienestar. Por supuesto sé que él estará ahí al final del día, que en el momento en el que lo necesite sólo tengo que llamarlo, pero no será lo mismo y tengo que empezar a acostumbrarme y volver a ser una persona agradable y amorosa, de lo contrario estoy segura de que le pedirá a la mudanza que mejor lleve sus cosas a otro lugar porque convivir con una esposa al borde de la histeria no está nada bien. cj
Ilustración Carmen Lara
CJ...todo pasa...nada es permanente. Eres joven y tienes energía aunque a veces ni tú misma lo creas. Agradécele a la vida que a diario al final del día tienes al padre de tu hija con quien compartir sus haceres y deshaceres. Algunas pasamos los años pensando en quién tendrá tiempo para oírnos una vez más pues siempre hay alguien que te hace cara de "ya chole con tus historias y tus hijos." Te imagino perfecto. Cómo me gustaría poder decir..."yo la cuido mientras empacas y te mudas"...sería lindo :)
ResponderEliminarEs increíble que cualquier cosa puede ser un peligro para ellos o el juguete mas entretenido del mundo, como en este caso una caja para Lucia.....sin embargo hay que estar al pendiente en cada momento pues en cuanto te descuidas desaparecen para hacer cualquier diablura. Aprovecha que ahora tendrás cada momento para pasarlo con ella y disfrutalo, el tiempo pAsa tan rápido que cuando menos te lo esperas, ya creció, se fue, a la escuela y te quedas sola!!! Disfruta igual los cambios y animo en esta etapa que comienzan en Guadalajara y que estarás con tu hermana todo el tiempo. Acompañense en todo lo que puedan. Besos y suerte. Mjfg
ResponderEliminarTal vez será que estás cambiando diversos eventos cotidianos que son densos en sí... El cambio de casa, que es una locura irremediable, el cambio de ciudad y la incertidumbre del aspecto laboral es demasiado para mostrarse como si no pasara nada, sumado al horizonte de posibilidades que inquietan la curiosidad de Lucía en esas maravillosas cajas, conforman un nudo muy enmarañado. El crecimiento de tu hija lo compartirán de una manera ahora diferente, y es importante ajustarse a los cambios... No obstante, en verdad que los esposos son como "hados madrinos" cuando llegan y nos ayudan atendiendo a los hijos después de un día complicado. Mucho ánimo y fuerza para este paso, qué bendecidas son de tenerse de hermanas y poder crecer juntas y apoyadas junto a sus hermosos hijos día con día. Un beso.
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