jueves, 2 de junio de 2011

¿y tu pediatra?

Preguntarle a alguien que tiene un hijo sobre su pediatra es casi como pedirles que te cuenten la historia de su primer amor: eterno, lleno de sentimientos apasionados, detalles y minucias.


Habrá quién de inmediato diga –es EL mejor que existe, ¿quieres su celular, el número del consultorio, su dirección?-  estas personas han tenido suerte con el pediatra, confían en sus palabras, recetas y diagnósticos sin el menor problema. Cuando me encuentro a alguien en esta situación, tengo que admitirlo: me da una envidia enorme.

Yo no he tenido propiamente una mala experiencia con alguno de estos especialistas, lo que he tenido son muchas dudas que se quedan sin resolver y la constante sensación de que no me escuchan mientras les comunico con todo detalle los problemas de mi hija. Además de que siempre, irremediablemente, le recetan más medicinas de las que yo creo que son necesarias.

Por desgracia para los pobres pediatras existe Internet y una mamá  obsesiva como yo: siempre investiga los medicamentos que recetan. Admito que es un arma de dos filos, a veces me quedo tranquila porque resulta que mi investigación coteja con el diagnóstico del pediatra y otras me vuelvo loca pensando en si darle o no la medicina.

Y es que como atinadamente me dijo el primer pediatra que visité: -señora a fin de cuentas quién más sabe es la mamá- a lo que yo le respondí pues si y no. Es verdad que yo sé si mi hija está rara, con la temperatura un poco más alta de lo normal, irritable o sensible, pero yo no estudié medicina así es que ciertos síntomas pueden pasar desapercibidos o jugar un poco con mi imaginación hipocondríaca.

Mi sueño más grande sería poder platicar largo y tendido con él o la pediatra de mi hija, contarle los pormenores de su vida, cada avance y retroceso, expresarle mis más profundos miedos y aquellas teorías que he formulado sobre la salud, los niños y las enfermedades, en fin si me diera tiempo creo que hasta le leería todo Ácido Fólico y le pediría una lista de comentarios y sugerencias. Lamentablemente vivimos en un mundo en el que lo que más cuesta es el tiempo y las visitas al doctor son como los cambios de pañal, las primeras meticulosas, largas y atentas a los detalles, conforme avanza el tiempo y se adquiere práctica se van haciendo más agiles y después del año son de volada y en automático.

En los últimos días he tenido la oportunidad de platicar con dos amigas que tienen bebés recién nacidos, a las dos les dijeron que sus hijos tienen reflujo y les recetaron un arsenal de medicamentos. Una de ellas me llamó hace una semana, harta, cansada y asustada porque su pequeña no dejaba de llorar, lo que más le pesaba a mi amiga era la cantidad de cosas que le habían recetado a su hija que no tiene ni un mes: medicinas antireflujo, antigas, para rotavirus y para el resfriado – y lo peor- decía mi amiga –es que antes de que le diera las medicinas estaba bien y ahora llora todo el día-.

El caso me sonaba más que familiar, a mi hija también le diagnosticaron reflujo a las pocas semanas de nacida, cuando se lo conté a mi mamá me dijo con toda seriedad –esa niña no tiene reflujo, se atasca de comida y luego echa lo que no le cabe- yo con el ansía hasta los ojos le hice más caso al doctor que a mi mamá, pero la medicina le cayó de la patada y la puso sumamente irritable, entonces empecé a leer sobre reflujo, las causas, síntomas, y demás pormenores y mientras más leía, más me enojaba pues mi hija no tenía ni uno de los síntomas que ahí mencionaban. Y es que, ¿qué casualidad que en estos tiempos parece que todos los niños tienen reflujo?. Así que le deje de dar la medicina, siguió echando leche pero dejo de llorar y no volvió a tener malestar.

No les voy a contar cada visita al doctor o diagnóstico, porque no acabaría y ustedes no volverían a leer AF nunca más. Lo que me parece importante es que no nos quedemos calladas, así como un excelente doctor merece ser recomendado, uno sin tacto, tiempo y atención merece que le expresemos nuestras dudas y en última instancia le hagamos saber que lo que receta o diagnostica no le va bien a nuestros hijos.

El chiste no es atacar a los pediatras, por el contrario la invitación es a sacarlos de la prisa en la que ha caído la profesión y animarlos a que disfruten lo que hacen y compartan su conocimiento con esos pobres mortales que somos papá y/o mamá. cj


Ilustración Carmen Lara

8 comentarios:

  1. el famoso reflujo, tan de moda últimamente! que bueno que tienes una mamá que tiene las cosas un poco mas claras que las mamás nuevas (me incluyo) encontrar un buen pediatra se lleva mucho tiempo y creo que un punto de gran importancia es que desde la primera visita te sientas cómoda y escuchada como bien mencionas, si bien no se trata de que el pediatra se convierta en tu terapeuta y escuche toooda la bola de cosas que uno tiene y quiere decir con respecto a su hijo que muchas veces no se trata de una cuestión exclusivamente de salud, hay muchos pediatras, que se han convertido en carniceros! y despachan uno tras otro y a todos les recetan las mismas medicina pff suerte a todos los papás

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  2. Coincido con Anónimo en cuanto a que hay doctores que ven al paciente como un número más; sobre todo creo que algunos doctores no buscan el origen de la enfermedad, sino únicamente cómo remediar los síntomas y eso es FATAL! ya que no están atacando el problema desde la raíz sino sólo superficialmente.
    Espero que pronto encuentres a alguien que te escuche y atienda sin prisas, pueda disipar tus dudas, y sobre todo las trate, a ti y a tu hija como si fueran las únicas en su agenda.

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  3. En esta época moderna tal parece que todo mal tiene que tener nombre y se cura con medicina. Comienza con el reflujo, sigue con que si el niño es berrinchudo debe tener problemas de autoestima o de adaptación inapropiada y hay que llevarlo a terapia y darle un tipo de tratamiento o medicarlo pero no nalguearlo, etc., etc., etc. No niego que hay avances y que las cosas no son igual que antes. Soy la primera en admitirlo. Pero aún así, como muy acertadamente lo mencionas...por algo existen las abuelas que aún cuando las hijas a veces no quieren dar el brazo a torcer, ellas SABEN porque ya lo vivieron y con ese amor de madre incomparable, les sabrán guiar y darles una perspectiva diferente ya que en tu caso, tu madre crió a dos mujeres que son sumamente exitosas. Así es que, la próxima vez hay que preguntarse...¿Le llamo al pediatra o a mi mamá? TQM

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  4. Que razón tienes en todo lo que escribes.....ojalá ase conscienticen en verdad. y aunque creo que mi pediatra es muy bueno, SIEMPRE esta de viaje!!!! Mjfg

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  5. Que padre blog!! Carmen me platicó y hasta hoy pude entrar me traen tantos recuerdos las dos ...
    Tienes tanta razón no debemos quedarnos calladas los médicos si aman su profesión deben ser muy responsables y lo suficiente éticos como para reconocer incluso sus limitaciones y ser capaces de canalizarte con otro especialista, sabes... a mi un pediatra no me dijo que mi hijo tenia una hemiparésia lateral derecha afortunadamente mi padre es pediatra y consultamos un neurólogo pediatra, pero la soberbia del primer pediatra pudo provocar que se retrasará el proceso de terapias que tuvo que seguir muchos años, hasta la fecha y que por cierto va excelente con médicos maravillosos y profesionales que han logrado una importante mejoría casi total a sus 14 años. un abrazo para ti y las felicito hacen un bellísimo blog muy motivador y sensible reciban mi cariño, felicidades por sus hijitos y por ser tan buenas mamás ireri

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  6. Y por último, felicidades a Carmen por sus ilustraciones bellísimas, por ser tan linda abuela, mamá y mi querida amiga!! ii

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  7. Muchísimas gracias a todas por sus comentarios, es un placer leerlas y entablar un verdadero diálogo sobre maternidad. Es verdad que como dice el primer comentario los pedíatras no deben de ser terapeutas, sin embargo creo que parte de su obligación es informar sobre puntos claves del desarrollo del niño, detectar de forma oportuna (como menciona Ireri) si hay algún problema que se deba atender o tener en observación. Un buen pediatra observa todos los detalles, tiene una actitud de empatía con los padres y ve más allá de los síntomas que son evidentes. Un abrazo a todas. Nos leemos. cj

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  8. Yo tengo la gran fortuna de tener a un pediatra que es muuuucho mas que eso, y así como dices, hemos pasado hooooras hablando en el consultorio (cuando me ha tocado ser la última cita) de todo lo que ocurre con mis hijos, y todos mis miedos, logros y un largo etc., espero que algún día puedas encontrar a un ser maravilloso como lo es nuestro pediatra, que mas que ser médico su primer papel es ser PAPÁ y que es un excelente pediatra.

    Brenda

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