Hay ciertos detalles de la maternidad de los que no te enteras a menos que pases por ellos y una vez que los vives son cómo un pasaporte que te permite entablar largas charlas con otras mujeres. Para mí uno de estos temas fue la lactancia.
Había leído y platicado sobre el tema, pero casi todo era un poco superficial y polarizado: estaban a favor o en contra, era algo maravilloso o un asunto imposible. Yo quería amamantar pero sinceramente tenía pánico de hacerlo.
Nunca me asustaron las contracciones (ahora ya me asustan) ni el dolor del parto, pero la lactancia me parecía un asunto incómodo y doloroso. Unas cuantas semanas antes de que naciera mi hija decidí que era necesario comprar uno o dos brasieres para llevar al hospital, llegue a la tienda de lencería y con toda naturalidad pedí que me mostraran los brasieres de lactancia, en cuanto los vi casi salgo corriendo: ¡eran horribles!. No compré nada y al día siguiente le platique mi experiencia a una amiga que sabe del tema. Le dio una risa tremenda y con toda la sensibilidad del mundo me dijo que no buscará más, que todos eran similares y no encontraría unos bonitos, mucho menos sexys.
Mi hija nació a las 41 semanas, todo lo que les cuento lo viví con la panza y pesadez propia de las 39 semanas, mientras aborrecía toda mi ropa de maternidad y añoraba ponerme un pantalón sin resorte. Darme cuenta que tendría que seguir usando ropa “especial” no me apetecía en lo absoluto.
Dos semanas después llegó mi hija, que se pegó a mi pecho con tanta naturalidad que de inmediato se me acabaron los miedos, estuve un poco adolorida pero Michelle me regaló una muy recomendable crema de Lanolina que me ayudó mucho.
Poco a poco me fui acostumbrando a todas las nuevas sensaciones que acompañan la lactancia: el pecho duro cuando hay demasiada leche, la respuesta corporal cuando escuchas el llanto de tu hijo, la sensación cuando el bebé está bien acomodado y succionando sin problema. Antes de meterme a bañar preparaba mi brasier con los protectores de lactancia para no empaparme al salir y en la regadera me daba masajes para descongestionar los conductos. A los dos meses ya me sentía toda una experta en cuestiones de lactancia, conocía los ritmos de mi hija, mi producción de leche era constante y gozaba profundamente el tenerla tan cerca de mí.
Pero por esa época tuve que regresar a trabajar y empecé a salir a lugares públicos. Entonces me tope con una realidad que no esperaba: México no es un país a favor de la lactancia.
A pesar de que al amamantar no se ve casi nada, si lo haces en público la gente se siente incómoda y en muchas ocasiones se molesta ante tu supuesta falta de pudor y como son rarísimos los espacios que cuentan con un cuartito destinado a la lactancia, si estás fuera de tu casa acabas dándole de comer a tu hija encerrada en un baño público, en el coche, o escondida en algún rincón.
No dejará de sorprenderme que podemos ver mujeres con los escotes más pronunciados sin que nadie se escandalice, pero una madre amamantando causa toda una discusión. Resulta increíble pero he sabido de lugares en donde se le pide a la madre que se retire a alimentar a su hijo a otro lado.
En mi experiencia la lactancia es todo un mundo, con sus códigos, ritmos, mitos y realidades, siempre ligados a nuestra historia personal y el contexto social en el que nos movemos. Un mundo que tenemos que aprender a compartir,respetar y ver con más naturalidad. cj
Ilustración Carmen Lara
Claro, no estamos acostumbrados ni a veré mujeres lactando ni nosotras hacerlo en lugares abiertos. Mi opinión personal es algo muy personal y en mis dos experiencias fui sumamente pudorosa y como tu me encerraba para dar de comer a mis hijos. Ni hablar es algo entre tus hijos y tu, si acaso familia y amigas.....
ResponderEliminarMjfg
Que bonito y cierto lo que escribes, pero creo que lo mejor, como todo, es hacer un cambio de conciencia, todas en conjunto, para "educar" a la sociedad de que es algo natural, algo sano, algo que va a favor del crecimiento natural de los ninos y de la mujer.. tienes razon cuando dices que nadie se escandaliza cuando ve a una en la calle con todas por fuera, pero cuando se trata de ustarlas para lo que son, la gente no le gusta.. yo en lo personal soy todo lo contrario, ami no me causa pudor ni pena.. sino todo lo contrario! si por mi fuera yo hasta me quitaria la camisa con tal de facilitarle el "trabajo" a mi bebe y ami.. mi experiencia fue todo lo contrario, yo no tenia leche y casi no me salia nada, mi bebe no se acomodaba y el pobre estaba hambriento todo el tiempo.. eso de traer trapos para taparte y mi suegra diciendome que me fuera a esconder a un rincon me agobiaba y ponia de tan mal humor que al final acababa dandole como podia y el nino a penas y podia tomar.. bueno, mi punto es que entre mas lo hagamos mas "natural" se volvera para la gente y sociedad, animo, a sacarlas a lucir!!
ResponderEliminarMoni, tienes toda la razón las primeras que tenemos que hacer que el asunto sea natural somos nosotras. La verdad es que yo al principio era algo pudorosa pero con el tiempo la lactancia se volvió algo tan natural que en cuanto mi hija lloraba lo que me importaba era atenderla y no complacer pudores ajenos. Gracias por tus palabras y por compartir tu experiencia, un abrazo.cj
ResponderEliminarMJFG, coincido en que la lactancia es un asunto entre la madre y el niño, el cimiento de una relación para toda la vida, por supuesto el gozar de ese momento de forma privada es hermoso pero en los momentos en los que no es posible, no le veo nada de malo a hacerlo en público. Un placer leerte y compartir a la distancia. Un abrazo. cj