lunes, 31 de octubre de 2011

¡A correr!


Bueno, en realidad la idea es ¡a correr, brincar, caminar, pedalear, yoga, pilates, baile…! lo que sea que a ti como mamá te parezca más divertido y desestresante.

Pues bien queridas lectoras, como pueden ver el día de hoy la entrada es para hablar de nuestra salud, ya hemos hablado mucho de cómo cuidar a los chiquitos ¡ahora nos toca a nosotras!

Todo comenzó hace unas cuantas semanas que yo empecé a sentirme “asfixiada”, como lo oyen, estaba harta, eternamente cansada y sintiéndome poco menos que un espanto (para no arruinar el espíritu de Halloween). En principio decidí arreglarme un poco más, dejar los jeans por unos días y usar otro tipo de pantalones o faldas o como diría mi mamá “un poco más arregladito”, el caso es que esto no sirvió de nada porque colgué mis jeans y me sentí un espanto incómodo en una indumentaria que además hacía que perseguir a mi hija fuera un poco complicado ¿si no es la ropa, entonces que será? pensé.

La respuesta tardó en llegar, pero más o menos la he encontrado al revisar los hábitos y rutinas en los que sin querer he caído en los últimos meses, he aquí una pequeña muestra:

Me levanto a las 7:00, intento salir a correr, pero mi hija duerme, mi esposo duerme y mi perro duerme, lo más lógico se me hace DORMIR, cierro los ojos y los vuelvo a abrir a las 7:27 que escucho a mi hija gritar –mamáaaaaa- veo el reloj con el corazón acelerado –la libramos no se nos ha hecho tarde- abandono la comodidad de mi cama, abrazo a mi hija hasta que ella amablemente me avienta, la persigo por toda la casa para cambiarla, entre mi esposo y yo le damos de desayunar y preparamos todo para llevarla a la escuela, a las 8:30 (a más tardar) salgo con mi pequeña reluciente (yo poco menos que un caos enfundada en unos pants o ya bañada pero sin pintar ni peinar). Después del tráfico regreso a casa poco después de las 9, me tomo la primera taza de café, califico y planeo la clase que no terminé de planear el día anterior, escribo AF, echo una lavadora, lavo los platos del desayuno, hago la comida, intento ordenar un poco la casa, me tomo otra  taza de café, ¡se me está haciendo tarde!, me baño y/o arreglo como bólido, me tomo otra taza de café, guardo mi computadora, hojas libros y demás, me tomo otro café. Salgo disparada para dar clase de 11. Llego a la escuela, enfrento a los preparatorianos en cuestión, inicio y concluyo la clase, guardo todo, me subo al coche me atasco de las galletas Marías que traigo en el coche por si mi hija tiene hambre (claro me estoy pelando de hambre porque no desayuné), emprendo el camino rumbo a la escuela de mi pequeña. Llegó saludo y espero (a veces hasta una hora a que mi pequeña princesa termine de tomar su siesta). Cuando por fin despierta emprendemos el camino de regreso, y el día empieza a ser única y exclusivamente de mi hija, le doy de comer, jugamos, vamos a ver al primo o comprar algo que haga falta, visitamos algún parque, caminamos por el coto, en fin de aquí a las 8 que por fin caerá rendida, el tiempo se me va sin mucho control. Cuando por fin se duerme entonces yo: reordeno la casa, ceno y platico con mi esposo, califico, preparo clases, leo e intento estirar las horas lo más que puedo, me duermo entre las doce y la una de la mañana.

En resumen: duermo poco y me levanto cansada, vivo como maraca por el exceso de cafeína y las prisas que no logro controlar, mi cuerpo y mi mente compiten uno contra el otro y es tan grande la batalla que estoy agotada y me siento y veo como un verdadero espanto.

Después de este ocioso análisis decidí que o empezaba a cambiar mis hábitos y retomar actividades profundamente significativas y sanas para mí o empezaba a quererme como el espanto tembloroso en el que me estaba convirtiendo y dejaba de quejarme.

Los cambios hasta hoy han sido los siguientes:

1)    No más de dos tazas de café diarias  (si se cuela una en la tarde que no esté tan cargado)
2)    Tomar agua, tomar agua y tomar agua.
3)    Desayunar
4)    Dormirme a más tardar a las 11:30 pm
5)    ¡CORRER! (cuando menos tres veces a la semana)

Todo en realidad parece muy fácil y era usual en mi rutina de antes de ser mamá, el caos de la maternidad me ha hecho aplazar al infinito actividades que para mí son fundamentales, como correr. Por eso estoy intentando el cambio. Se los comparto, porque seguramente ustedes como yo han aplazado alguna actividad que les permite sentirse más tranquilas y ser mejores mamás, tal vez también son maracas vivientes o duermen muy poco, y sí ya sabemos esto y más sucede cuando nos convertimos en madres y lo hacemos con gusto y  bla, bla, bla… pero también es importante mantenernos sanas, contentas y sin sentir que somos la encarnación de un monstruo halloweenesco. cj.

Ilustración Carmen Lara

martes, 25 de octubre de 2011

¡De pinta!


Queridas lectoras, esta es una carta para hacerles una tremenda confesión: Michelle y yo nos fuimos de pinta, así sin más nos escapamos de nuestras labores maternales por ¡cinco días y cuatro noches!.

Lo sabemos, no tenemos un gramo de vergüenza pues no solo abandonamos a su suerte a nuestros pequeños y dependientes hijos, también a nuestros grandes e independientes esposos, a nuestros padres, nuestros perros y a ustedes entrañables lectoras.

Nos fuimos con un poco de culpa, que en cinco minutos se borró y se convirtió en un sentimiento de irremediable locura, felicidad y juventud. Dormimos noches completas, comimos mucho y extendimos las sobremesas lo más que se pudo, bebimos excelente vino tinto y nos deleitamos en las minucias que uno da por hecho antes de ser madre: tomar un baño sin prisa, elegir cuidadosamente el atuendo del día, peinarse y pintarse (aunque con prisa, hacerlo ya es ganancia), horas enteras de lectura, paseos a altas horas de la noche, platicas sin interrupciones, divagaciones sin sentido a lo largo del día, ser las consentidas por el abuelo (nuestro compañero de viaje) y la dicha de saber que por unos días el tiempo es única y exclusivamente tuyo.

¿Y no extrañaron? se preguntaran. A lo que sinceramente les respondo que sí pero no. Los días previos al viaje fueron una tortura, yo me sentía la peor madre del universo por dejar sola a mi hija, pensaba que sería incapaz de disfrutar y aplace tanto la confección de mi maleta, que acabé justo cuando el taxi llegó a mi casa. Cuando me despedí de mi hija lloré a mares, como salíamos en la madrugada fue mientras la arrullaba en la noche que le repetí que me iría de  viaje y no nos veríamos por unos días, a lo que ella tiernamente respondió -“cama”- pidiéndome con toda ternura que me callara la boca, la pusiera en su cuna y la dejara dormir. Mi esposo me esperaba afuera del cuarto para darme el pésame y decirme que todo estaría bien y que no traumaría para siempre a mi pequeña con este viaje. En fin después de tanto moco y lágrima me fui.

Y el sentimiento de congoja desapareció como por arte de magia, disfrute el taxi, el aeropuerto y su pésimo servicio, el reducidísimo espacio del avión y cada detalle que en otro momento me hubiera parecido absurdo o cansado. Tener a Michelle a mi lado y compartir el sentimiento de culpa-libertad- euforia fue lo mejor, pues una vez más vivimos la misma experiencia. Cada quien en su estilo, pero compartiendo los detalles.

Veíamos niños de la edad de los nuestros y pensábamos en los propios, añorábamos su olor, voz y abrazarlos con todas nuestras fuerzas, pero nos sentíamos felices de no tener que cargar pañaleras y todo tipo de artefactos para entretenerlos, platicamos de ellos hasta no poder más, pero también platicamos de nosotras, de lo que ha cambiado nuestra vida y lo bien que se sentía el descanso. Además, he de confesarlo, saber que se encontraban con sus respectivos padres y sus compartidos abuelos era el pasaporte para no agobiarnos por un segundo, si necesitaban un abrazo maternal ¡ahí estaba la abuela!, brincos y juegos ¡el abuelo!, su cama, rutina, entorno y diversión del día a día ¡ahí estaba papá!, si claro hacía falta la mamá pero por unos días hasta a ellos les vino bien la separación.

Ayer que llegamos por supuesto los retacamos de besos, abrazos y apapachos, mi hija me pareció mucho más alta y grande y hoy que la peine definitivamente noté cuanto le creció el pelo en estos días. Hoy estamos de nuevo todos juntos, los maravillosos abuelos regresaron a Morelia y nosotros poco a poco regresamos a la rutina que después del descanso nos hace sentir que tenemos la mejor vida que se puede pedir.

Así que en cuanto puedan: ¡escapen! Unos días de no ser mamá le devuelven la magia y encanto a esta agotante pero hermosísima labor. cj

Ilustración Carmen Lara (aprovecho para agradecerle a la abuela una  y mil veces la oportunidad, el cariño y la dedicación con el que cuida a los nietos. Gracias, gracias y gracias mamá)

miércoles, 19 de octubre de 2011

Cuentos en verso...*


Para los niños las palabras son un elemento dúctil, en movimiento y constante cambio, las pronuncian para jugar con ellas, aprenderlas y escuchar su sonido, las arrastran y mastican hasta dominarlas y las avientas muchas veces sin saber qué significan, por el simple placer de decirlas y encontrar una reacción por parte de quién las escucha.

Su gusto por el lenguaje hace de la primera infancia el tiempo privilegiado para la poesía, rimas y rondas. ¡No lo desaproveches!

Toma el libro de poesía que más te gusta y lee en voz alta para tu pequeño, o cuéntale a toda velocidad los trabalenguas que aprendiste hace mucho a pronunciar, la mezcla de sonidos y palabras lo divertirá e incitará a seguir jugando con el lenguaje.

¿Y si no recuerdas nada o no te gusta la poesía? ¡No te preocupes!, inventa sobre la marcha, atrápalo con cambios de voces y tonos, haz ruidos extraños y busca que los imite, los dos se divertirán mucho inventando historias y efectos especiales  (claro el problema es que luego casi no quieren callarse).

Para más diversión les dejo algunos títulos de poesía infantil que mi hija y yo adoramos:

1-    Sana que sana y Una Mapirisa risa que riza,  cuentan con hermosas ilustraciones de Ixchel Estrada y  Claudia Legnazzi respectivamente, además de versos precisos, preciosos y muy divertidos de la poeta argentina María Cristina Ramos los dos son de la editorial Océano Travesía.




2-     Las mañanitas, es en efecto la letra de la canción de cumpleaños (que seguramente ya tararean), las ilustraciones son muy simples pero a mi hija le encantan, disfruta muchísimo que le lea la letra y luego la cantemos mil veces (y por supuesto en los cumpleaños no puede creer que se cante la canción del cuento). El autor es Carlos Pellicer López y lo publica el Fondo de Cultura Económica.

3-     ¿Qué te pico la hormiga de los pies a la barriga? El autor es Isaías Isabel con ilustraciones de Pablo Prestifilippo y es de Editorial CIDCLI. Versos muy sencillos pero simpáticos y que permiten practicar las partes del cuerpo.




* El título de esta entrada lo tomo del maravilloso libro Cuentos en verso para niños perversos (Revolting Rhymes) del escritor inglés Roald Dahl, un clásico de clásicos en la Literatura infantil y Juvenil, pero de ese libro les platicaré más en otra ocasión… cj


Ilustración Carmen Lara

martes, 18 de octubre de 2011

El escape inevitable.


Pues si, como pueden ver en la imagen del día de hoy, lo que les quiero contar es que recientemente estamos padeciendo la nueva hazaña de mi hijo, escaparse de su cuna.
Todo comenzó hace un par de semanas, cuando fui por él en la mañana, y en cuanto llegué a su cuarto me mostró orgulloso que ya se podía subir al mueble-cambiador de su cama-cuna (ya se, complicado). Se paró con toda la destreza que lo caracteriza, empezó a marchar y dijo “ahitá”, osea, “ahí está”…
Yo, apanicada, de inmediato lo bajé y le expliqué que eso era peligrosísimo, que se podía caer al piso y darse un fuerte golpe en la cabeza; lo eché nuevamente a la cuna, en lo que escogía su ropa para la escuela, y en unos cuantos segundos repitió la maniobra.
Me quedé preocupada el resto del día, y por la noche se lo comenté a mi esposo; después de una seria conversación, los dos coincidimos en que no era algo que le resultaría “divertido” si no tenía público, y que la distancia del mueble al piso era tal, que no se atrevería a lanzarse.
La semana pasada mi esposo tuvo que viajar por su trabajo, y yo decidí irme con mi hijo a Morelia, para pasar unos días con mis papás y aprovechar para ver a algunas amigas; por obvias razones, mis papás tienen dos cunas viajeras en su casa, una que está en el cuarto que compartíamos Carol y yo, y otra que está en el cuarto que era de mi hermano. Me instalé en mi cuarto, en la noche acosté a mi hijo con todo su kit que incluye a su adorado toto, se terminó el biberón y después de 15 minutos ya estaba afuera buscándome. Decidí entonces dormirlo en la otra cuna, que está más profunda, y afortunadamente resultó y se quedó profundo.
El Domingo regresamos a Guadalajara, mi hijo un poco berrinchudo después de estar consentido por sus Abuelos toda la semana, pero contento porque su papá ya estaba con nosotros. Llegamos en la tarde, comimos con Carol y su hija que regresaron de Morelia con nosotros, y llegando a la casa, asumiendo que mi pequeño estaba agotado, lo acostamos en su cuna con su biberón.
Mi esposo y yo, desvelados porque fuimos a una boda la noche anterior, decidimos acostarnos para descansar unos minutos antes de desempacar y ordenar la casa; de pronto, empezamos a oír unos ruidos extraños por el monitor, y después de unos segundos, escuchamos un golpe fuerte seguido por la tierna voz de mi hijo que decía “huyyy, huyyy”.
De inmediato nos levantamos y salimos a ver qué había pasado, y él ya venía de camino a nuestro cuarto, señalando su puerta como para que supiéramos que de ahí había salido. Nos volteamos a ver confundidos, no sabíamos si morirnos de la risa o de la preocupación. En la noche, después de horas de jugar, del baño y de la cena cayó rendido, se durmió en unos cuantos minutos y nosotros ya cantábamos victoria; pero a las 7:30 am del día siguiente, repitió su rutina circense.
En la tarde regresó de la escuela agotado, lo acosté en su cuna y me quedé cerca de la puerta para ver si se quedaba dormido, o de lo contrario, cómo le hacía para bajarse. Se terminó el biberón y se paró como resorte, se subió al cambiador “de panza” y se volteó como foca en el hielo, usó los huecos para abrir los cajones como escalera y finalmente, se aventó al piso y cayó de pompas.
Salió de su cuarto y se sorprendió al verme ahí parada, se sobó la cabeza (que no se vio afectada de ninguna manera), me llevó al mueble por donde se había bajado y lo señaló con su diminuto dedo.  
Mi esposo y yo decidimos, que por lo pronto, las siestas en la tarde las dormirá en la cuna viajera que tenemos en la casa, y si es necesario, también dormirá en ella por las noches, pero optamos por darle una última oportunidad, y afortunadamente resultó.
Anoche se durmió rápido porque estaba muy cansado, y hoy a las 8:20 am, empezó a gritar “papáaaaa…mamáaaaa”. Fui de inmediato a su cuarto, para evitar otro percance, y con señas me explicó que no se había bajado por el mueble porque le dolía (se sobaba las pompas y decía que no). Yo lo abracé súper orgullosa, con la esperanza de que al fin lo haya entendido, y en adelante me avise cuando quiera salir, en lugar de arriesgar su vida e integridad física. mj
Ilustración: Carmen Lara

lunes, 17 de octubre de 2011

¡¡¡Mocos!!!

Cada mañana me asomo a la ventana antes de vestir a mi hija. Creo que lo hago más como un guiño a la buena suerte y para yo sentirme bien que para saber cómo va a estar el clima del día, porque el sol mañanero se ha convertido en augurio de lluvia, y las nubes acaban siendo una señal del calor infernal que al menos en Guadalajara se resiste a dejarnos en paz por un rato.

El caso es que aunque todavía no sentimos el cambio de temporada, cada día hay un poco más de viento y en momentos cambia tan bruscamente el clima que ya empiezan a asomarse los primeros mocos de la temporada.

Por supuesto que es prácticamente imposible blindar a nuestros hijos contra virus, bacterias y demás agentes que acechan en estas fechas y pululan cuando hay más de dos niños juntos (léase: escuelas, guarderías, parques y demás.). Además mientras más grandes son (o se sienten) se resisten con más fuerza a los suéteres*, calcetines y demás aditamentos que según nosotras son el antídoto contra cualquier mal.

Para no hacer el cuento largo, hoy que es día de salud y recetas les dejó diez consejos para prevenir a nuestros hijos de los resfriados que se aproximan, mismos que pueden ser usados como receta para evitar pesares y tantas noches sin dormir.

1-    Todo siempre empezará con un buen lavado de manos. La mejor forma de prevenir cualquier tipo de infección.
2-    Atiborrarlos de alimentos nutritivos: frutas y verduras (aunque suene a comercial)
3-    Bañarlos al medio día o en la tarde, secarlos muy bien y no exponerlos a corrientes de aire.
4-    Procurar que tomen mucho agua NATURAL
5-    Muchas horas de sueño. Un niño que descansa tiene más defensas (y mucho mejor humor)
6-    Evitar antibióticos (en caso de resfriado común) no sirven para nada. Esta afirmación la hace el pediatra español Carlos Gonzáles, quien dice que no solo no sirven sino atentan contra la salud de nuestros pequeños pues producen resistencia en los microbios.
7-    Caldo de pollo. Es una idea trillada pero funciona a la perfección, algo hay en el brebaje que hace que todo pasé más rápido.
8-    Si todo parece indicar que llego un resfriado, lo mejor es el descanso, así que por ellos y por sus compañeros es mejor que por uno o dos días no vayan a la escuela (ya sé, suena muy romántico pero en el momento en el que hay que ver quién lo cuida o cómo avisas en el trabajo es mucho más complicado…).
9-    A mi hija la homeopatía le ha funcionado de maravilla. Sé que en este aspecto hay opiniones encontradas, pero no esta de más decirlo, no tiene efectos secundarios y puede ayudar.
10-Mantener la calma, los niños dejarían de serlo si no tuvieran mocos, toses y demás encantos de vez en cuando…

* Les dejo un video del excelente escritor y cantante argentino Luis Pescetti, escuchen al principio  el grandioso discurso sobre los suéteres ¿les suena familiar?, cj

Ilustración Carmen Lara


jueves, 13 de octubre de 2011

Y al cine... ¿cuándo?.


Se han preguntado ¿cuál es la edad ideal, para llevar a mi hijo al cine por primera vez?. Ir al cine es una actividad que yo particularmente disfruto muchísimo, de hecho, sacrificar las salidas semanales al cine con mi esposo cuando nos convertimos en papás fue, guardando las debidas proporciones, uno de los grandes sacrificios que tuvimos que hacer.
Carol y yo nos hemos planteado la posibilidad de llevar a nuestros hijos al cine, a una película que valga la pena y que los pueda entretener sin asustarlos, y estar ahí mientras aguanten, pero la realidad es que están demasiado jóvenes.
Es cierto que ya empiezan a disfrutar las caricaturas de vez en cuando, aunque no es algo que particularmente fomentamos, y por lo general solo acudimos a ellas como medida emergente (aunque yo debo confesar que la televisión ocasionalmente me hipnotiza, y a veces también disfruto ver la reacción de mi hijo al ver ciertos programas, o al verlo bailar con todo el ritmo cuando por casualidad le ponemos en un canal musical).
Por curiosidad estuve navegando en internet, solo para confirmar si existe una edad recomendada para empezar a ir al cine, y la mayoría de los sitios coinciden (no encontré nada muy especializado o institucional, en su mayoría solo son opiniones de padres en el mismo dilema), en que depende muchísimo del niño, y los papás somos quienes debemos decidir el momento.
En mi opinión, la mejor edad será al rededor de los tres años, cuando ya tienen periodos de atención más largos y pueden estar quietos durante toda la película, aunque dudo mucho que mi hijo lo logre por que es muy inquieto, pero espero con ansias el día en que podamos ir juntos al cine, a disfrutar una buena película y comer palomitas. mj

miércoles, 12 de octubre de 2011

Porque lo digo...¿yo?

Hace unos días una amable lectora nos pidió que compartiéramos cómo le hacemos para lidiar con problemas de autoridad –léase- qué hago cuando yo digo una cosa, la abuela otra, el papá otra y un largo etcétera de familiares y personas presentes –y que tienen algo que decir- en la vida de nuestros pequeños, opinan.

He pensado mucho en el tema. Como mamá, maestra y psicóloga. En estas circunstancias la Carol mamá ha tenido mucho que aprender, porque quiero que lo sepan me ha costado mucho trabajo ceder un poco de mi autoridad como madre cuando están cerca de mi hija otras personas, sobre todo mis papás, que están tan absolutamente deleitados por el hecho de ser los abuelos que se permiten todo aquello que siempre (a los hijos) nos dijeron que no.

Al principio (todavía a veces, pero cada vez menos) me enojaba con mi mamá, le alegaba que no era posible por el bien de mi hija que le permitiera hacer todo lo que se le antojaba, le explicaba que era necesario educarla y que como su abuela ella tenía la “obligación” (… ya sé soy terrible) de aceptar la forma en la que mi esposo y yo queríamos educar a mi hija. Mi mamá con toda calma (la mayoría de las veces porque hubo instantes en los que  quiso desaparecerme por completo), me contestaba que ella nunca haría nada para perjudicar a mi hija o contradecir lo que nosotros decíamos, (claro que para mí una cosa es lo que decía y otra muy distinta lo que yo observaba).

El tiempo ha pasado y he aprendido y sobre todo recordado que los abuelos en gran parte lo son porque tienen la oportunidad de hacer con los nietos lo que se les antoje, su papel es quererlos hasta no poder más, ayudarlos a descubrir todo lo bueno y maravilloso que hay en el mundo, consentirlos, abrazarlos y dar uno que otro permiso que transgreda las normas de la rutina y la vida diaria. Si, es verdad mi hija generalmente está insoportable cuando está con sus abuelos, pero es porque sabe y siente el conflicto de autoridad que se genera en mí, la mayoría de las veces si yo no entro en pleito con los abuelos, ella no trata tanto de hacer lo que sabe yo le voy a decir que no haga.

Dicho lo anterior toma la palabra la maestra y psicóloga. Yo creo cien por ciento que educar es la tarea más compleja y gratificante que puede experimentar una persona, es una actividad que no se acaba pero que por sobre todas las cosas requiere de una constancia, sinceridad y amor, que en ocasiones se roban todo lo que somos.

Yo soy maestra de adolescentes y muchas veces después de soportar desplantes, contestaciones o de plano majaderías en todo el sentido de la palabra me quedo pensando ¿quién y cómo educaron a esta persona?, porque parece, a veces, que ya no existen los límites ni conocen la forma en la que se debe de tratar a los adultos. En este sentido siempre me remito a mi experiencia como madre y trato en la medida de lo posible de que la educación de mi hija no recaiga por completo en mis manos, mientras más personas, la quieran y ayuden a formarse, más rico y amplio será su bagaje cultural y social. En pocas palabras sabrá que hay diferente estilos para ser y hacer.

Por otro lado y como comenté en la entrada de ayer, creo que subestimamos el poder del lenguaje con los niños pequeños, creemos que si les explicamos lo que sentimos o sucede cuando hay un conflicto de autoridad no lo van a entender. Por eso mejor actuamos nuestro enojo y frustración lo que hace que ellos nos vean enojados pero no entiendan bien por qué lo estamos.

Lo más importante a fin de cuenta es que los niños sepan que hay ciertas cosas que en ningún lugar serán permitidas: faltas de respeto, golpes a los mayores (cada vez me sorprende más la frecuencia con la que los pequeños en medio de un berrinche forcejean y golpean a los papás), y un largo etcétera que cada familia acordara con las personas cercanas al niño, mis papás por ejemplo saben que pueden hacer lo que quieran cuando están a cargo de mi hija siempre y cuando respeten sus horarios para dormir y comer y no la dejen pegar o hacer berrinches a su antojo (sentido común que a veces no perdemos nada con recordar). Mi hija por otra parte, cada vez tiene más claro que estando en casa de sus abuelos las cosas son más flexibles y tiene chance de hacer cosas que en su casa no puede, cuando llega a casa y trata de pasarse un poco de lista con todo cariño se lo recuerdo – mi amor, en casa de abuela puedes desayunar sentada en las escaleras, pero aquí tienes que sentarte en tu silla- generalmente no pasa a más y responde sin mayor problema.

Al final de cuentas los niños son excelentes observadores y a veces tratan de colarse o hacer lo que quieren cuando detectan que hay conflicto entre los acuerdos y relaciones adultas, el chiste en ese sentido es que entre adultos seamos capaces de hablar y dialogar y no utilicemos a los pequeños como moneda de cambio entre nuestros pleitos o complejos. cj

Para seguir leyendo les recomiendo la siguiente liga y dos libro:


Adriana Isla, ¡Auxilio! Somos papás. Una guía completa para acompañar todas las etapas del desarrollo emocional infantil. Editorial de Bolsillo.

D. Winnicott, Conversando con los padres. Editorial Paidós


Ilustración La Abuela

martes, 11 de octubre de 2011

¿papá?

Últimamente mi esposo ha tenido que viajar por cuestiones de trabajo, hecho que ni a mí ni a mi hija nos encanta, yo entiendo que es algo pasajero y necesario, mi hija por otro lado, se frustra y entristece hasta las lágrimas. Y es que al final del día, cuando yo ya estoy muy vista y lo que más desea en el universo es ver a su papá, la espera que no culmina se le atora en la garganta y por más que le explico no puede no sentirse decepcionada.

En estos casos lo que más me ha servido es hablar con ella hasta el cansancio, explicarle como puedo que después del desayuno, la comida o la noche (dependiendo el caso) va a ver a su papá. Y es que siempre me ha parecido irrespetuoso engañar a los niños, cambiar , evadir el tema o hacer como que no pasa nada para evitar un berrinche, desplante de frustración o llanto de tristeza. La idea de que si no hablas, no pasa nada o desaparece el problema, es siempre una falta de consideración con el otro, no importa la edad que tengan.

En ese sentido si cuando mi hija pregunta por su papá le entristece la respuesta, hago lo posible por reconocer su sentimiento –si, mi amor, ya sé que estás triste y tienes muchas ganas de ver a papá, pero acuérdate que está de viaje y ya _______ llega-. Lo increíble es que las palabras realmente funcionan, nombrar los sentimientos, explicarlos y presentarlos como son, les ayuda a ellos a entender lo que viven.

Claro que a veces no contamos con que el sentimiento aflora a la menor provocación y en momentos en los que es un poquito inoportuno, cómo hace una semana que mientras mi hija cenaba (después de jugar y platicar por horas de por qué todavía no llegaba papá) le pregunté -¿quieres una papa? – claro que me refería a la verdura que yo veía claramente en el plato, pero ella inmediatamente asocio la palabra con el sentimiento que seguía en la superficie de su ser, entonces soltó el llanto y no pudo más que decir –papááááááááááááááááááá- en esos casos, no queda más que abrazarlos mucho e intentar que pronto se encuentren entre los brazos de tan aclamado y extrañado ser. cj

Ilustración Carmen Lara

lunes, 10 de octubre de 2011

¿Qué le doy de comer hoy?

Pues si, parece una simple pregunta sin importancia, pero conforme nuestros hijos crecen, el tema de la comida se vuelve más y más complicado.
Para mi, desde que nació mi hijo, la alimentación ha sido uno de mis más grandes dilemas; primero con la lactancia, después con las papillas y demás comida desbaratada, y ahora con mis limitados menús.
Y como cualquier otra mamá, desesperada por darle una alimentación balanceada a mi hijo, sin que eso signifique estar metida en la cocina durante el tiempo que él está en la escuela o hace la siesta, busco en internet opciones y recomendaciones, como las que me encontré en el sitio www.pequerecetas.com, para bebés de todas las edades.
Todo parece indicar que el sitio es de España, así es que algunas de las recetas pueden resultar extrañas a nuestro habitual paladar (y obvio al de nuestros hijos), e igualmente puede ser que algunos de los ingredientes no los encontremos en nuestro país, pero en general son recetas fáciles y originales.
En este sitio también sugieren llevar un menú semanal, para evitar el sufrimiento diario de preguntarnos ¿y hoy qué le preparo?; yo se los iba a compartir porque se puede bajar en formato pdf, pero la diseñadora de ácifo fólico me lo prohibió rotundamente, y decidió hacer su propia versión, exclusivamente para nuestras lectoras:











viernes, 7 de octubre de 2011

Más diálogos (nueva sección)

El día de hoy inauguramos la sección "más diálogos" que consistirá en reflexiones, cartas y piensos de nuestras lectoras.

Alma Rangel, una querida amiga y lectora de Lagos de Moreno, nos envió la siguiente reflexión con motivo del segundo cumpleaños de su pequeño. Esperamos la disfruten y se animen a participar y compartir sus palabras.

Hoy hace 2 años que llegaste a mi vida, cuando me dieron la noticia tuve sentimientos encontrados por un lado toda la felicidad y dicha que implica un bebé. Pero por el otro lado la angustia de  si voy a ser una buena madre, como lo voy hacer si no tengo experiencia, si no sé ni estoy preparada para ser mamá.
Hoy que cumplo 2 años de ser madre de un hermoso niño llamado Mario Emmanuel el cual ha llenado nuestras vidas, la mía y la de mi esposo, de alegrías y satisfacciones. De igual manera ha traído las angustias más profundas que jamás imaginé sentir como cuando se enferma y la impotencia de no poder hacer nada para que se le quite el dolor y las molestias.
En un principio cuando me enteré de la noticia me dio mucho miedo porque soy una mamá joven, claro no tanto como cuando mi mamá o mis tías fueron madres, pero creo que es normal pues siempre que nos preguntan ¿y cuando piensan tener bebes? a uno le da mucha ilusión, pero por el otro la preocupación de ¿cómo y si no estoy preparada?. Afortunadamente mi esposo, mis padres y suegros siempre me apoyaron y dijeron todo saldrá bien, siempre estuvieron ahí para ir conmigo al doctor, para cumplirme los antojos, para darme algo por las nauseas y para esperar a nuestro bebé con todo el amor y cariño que implica la llegada de un nuevo miembro a la familia.
Creo que no hay edad idónea para ser padre o madre puesto que no existe una escuela de padres que nos diga como ser buenos padres o los pasos, que hay que hacer. En la actualidad en este mundo de tecnología contamos con muchos medios como páginas de internet, blogs, sitios dedicados a la maternidad, que muchas veces nos ayudan a resolver nuestras dudas y angustias. Recursos que no existían cuando mi mamá me tuvo y sin embargo fue una estupenda madre.
Actualmente mi esposo y yo nos esforzamos día con día en aprender a ser padres y tratar de darle a nuestro hijo los valores y principios con los que crecimos, tratamos de enseñarle el amor por nuestra gente y por nuestro país. Alma Rangel

Ilustración Carmen Lara

martes, 4 de octubre de 2011

Querido Diario:

Soy mamá desde hace un año, siete meses y diez días. Soy mamá en las madrugadas en las que mi hija se levanta llorando por los truenos y se calma en cuanto la abrazo por un rato, soy mamá cuando sale de la escuela, me grita mamáaaa y corre a mis brazos. Soy mamá el sábado a las siete de la mañana que la oigo platicar y  luego gritar con todas sus fuerzas que tiene hambre. Soy mamá en las tardes largas, cuando la creatividad se agota y el cansancio acumulado y los pendientes ensombrecen la dicha de tenernos todo el tiempo. Soy mamá mientras cuento cuentos e invento historias, cuando voy narrando todo lo que encontramos en la calle y traduciendo los sonidos que ya son palabras. Soy mamá cuando se juntan toneladas de ropa, platos sucios, manitas en la estufa y gotas de agua por toda la casa. Soy mamá cuando grito sin saber por qué, cuando me enojo con todo el mundo y me frustro por no saber cómo se le hace para ser mamá. Soy mamá cuando se me olvidan los pañales, se me pierden los vasos de agua y te contemplo embarrada de los pies a la cabeza. Soy mamá de día, de noche y mientras sueño. Soy mamá cuando estoy con mi mamá, con mi hermana, mi esposo, mi papá y mis alumnos. Soy mamá cuando descubro lo que descubres y encuentro aquello que nombras. Soy mamá cuando te pongo el suéter, te repito que eso no se hace y te espero mientras duermes. Soy mamá cuando te enfermas, te cortas, te lastimas o te caes. Soy mamá cuando al final del día me deleito con tu sonrisa, te deshago de cosquillas y te abrazo con todas mis fuerzas.

Soy mamá y no importa cuanto crezcas, qué suceda, hagas o digas. Mientras viva en este mundo soy y seré tu mamá. cj

Les dejo un video hermoso que nos compartió una lectora de AF hace unos meses...

lunes, 3 de octubre de 2011

Receta fácil, rápida y saludable


Queridas lectoras,

El día de hoy, les compartimos una receta del libro "The Baby & Toddler cookbook", que como pueden ver en la foto yo ya se la preparé a mi hijo y fue todo un éxito.

Se llama Cheesy pasta wheels (ruedas de pasta con queso) y los ingredientes son los siguientes:
1 taza de pasta seca en forma de ruedas o macarrones
1 taza de brócoli, en pequeños ramilletes
3 cucharadas soperas de crema
1 cucharada sopera de mantequilla sin sal
1/2 taza de queso parmesano rallado

Para preparar:

* Cocinar la pasta por 8 minutos en agua hirviendo, agregar el brócoli a la pasta y mezclar hasta que ambos estén suaves pero que no se desbaraten, al rededor de 2 o 3 minutos más. Vaciar a una coladera y sacudir el exceso de agua.

* En el sartén en el que se cocinaron la pasta y el brócoli agregar la crema y la mantequilla a fuego medio, hasta que la mantequilla se derrita y la crema esté burbujeando. Remover del fuego y mezclar con el queso. Colocar nuevamente la pasta y el brócoli en el sartén y mezclar suavemente. Dejar enfriar antes de servir.

Se puede guardar en el refrigerador, en un recipiente hermético, y dura hasta 2 días.

Espero que la preparen y que sus hijos la disfruten, es una forma fácil, divertida y rica para que sus hijos coman verduras. mj