Desde hace algunos años, en México, se han realizado infinidad de campañas para informar a los ciudadanos sobre la necesidad de vacunar a los niños pequeños, el sistema de salud grita a los cuatro vientos que las vacunas son gratuitas y que todo niño en el país tiene derecho a las mismas.
En teoría esto suena fantástico, una estrategia que busca prevenir enfermedades y erradicar otras, mantener sana a la infancia y crear consciencia en los adultos sobre las mejores medidas de salud para los pequeño. Una maravilla ¿no?
Tal vez mi caso sea el único y mi hija hace que las vacunas desaparezcan en cuanto entra a un Centro de Salud o una clínica del Seguro Social, pero la historia siempre que le toca una vacuna es la misma. Yo me preparo mental y psíquicamente para tolerar el pinchazo que acabará en la pompa o el bracito de mi pequeña, me armo de valor para esperar los efectos secundarios que puede provocar la misma y ruego a toda la corte celestial que la vacuna esté en buen estado y ayude más que perjudicar al sistema inmunológico de mi pequeña. Todo esto para llegar a un lugar en el que una enfermera con la cara menos amable del mundo y una actitud prepotente y apática me diga –hoy no es el día de vacunas / ¿a ver la cartilla? Aaaaaaa ¡esa no la tenemos! / su hija tiene mocos y así no le puedo poner la inyección / está no es su clínica, haga el cambio y se la vacunamos, pero apúrese que ya se paso la fecha en la que le tocaba la vacuna / tiene que venir el ________ (x día de la semana que cambia según el recinto de salud que se visite) a las 3:43 o si no ya no le toca la vacuna /…. Y un larguísimo etcétera de pretextos y tarugadas que surgen en el instante en el que solicitamos la vacuna.
Por supuesto yo me agobio, sufro de pensar que estará un día más desprotegida contra un sin fin de enfermedades, profiero todo tipo de insultos, me quejo del país y la forma en la que la burocracia y prepotencia acaban con todo y anoto en letras rojas, mayúsculas y con carácter de urgente la próxima cita en la que me auguran la existencia de la vacuna, o en su defecto la concesión para aplicársela a mi pequeña.
Hay veces, en las que son tantos los rechazos que tengo que bajar la cabeza derrotada, llamar al pediatra y pedirle que encargue la vacuna, misma que sé me cobrará como lumbre, misma que luego generará una inexplicable molestia en la enfermera de algún establecimiento de salud pública, que con ojos inquisidores me dirá: “si ha ido con un particular, porque viene aquí ahora”.
A mí me encantaría gritarle con todas mis fuerzas “PORQUE AQUÍ ME DIJERON QUE NO TENÍAN LA VACUNA O LAS GANAS DE APLICARSELA A MI HIJA, PORQUE SE SUPONE QUE LAS VACUNAS SON GRATUITAS, POR ESO”, pero estoy segura de que buscaré el tono menos molesto que encuentre y le diré algo que no la altere para ver si consigo sacarle la vacuna en turno.
¿Y cuál es el punto de todo este alegato, se preguntaran?. El punto queridas lectoras es que yo por fortuna soy una mamá terca que sabe que las vacunas son necesarias e insiste hasta conseguirlas, que en última instancia puedo hacer el esfuerzo de pagarlas. Pero, ¿qué pasa con las personas que tienen que pedir el día para ir a vacunar a sus hijos, con aquellos que dudan sobre las mismas, con los que tienen que desplazarse por horas para llegar a un centro de salud, con los que no cuentan con Seguro Social, con los que no entienden qué es lo que hay que hacer para que la malencarada enfermera ceda y aplique la vacuna?. Cada caso es distinto y de seguro pasan muchas cosas, pero es un hecho que muchos de estos niños no serán vacunos, hecho triste, lamentable y sobre todo injusto.
Pero eso sí en épocas de campañas electorales o fuera del país, los políticos de juguete se para el cuello gritando a los cuatro vientos las enfermedades que han erradicado y los logros que han tenido con sus espectaculares campañas de vacunación.
Claro que como en todo hay personas conscientes de las implicaciones de las vacunas, trabajadoras, amables y deseosas de que los pequeños sean vacunados, hay enfermeras que son tan buenas que los niños ni sienten el pinchazo, hay doctores convencidos de la importancia de mantener sanos a los niños, los hay tal vez por montones, lo malo es que el personal apático y burócrata no nos da la oportunidad de conocerlos. Por mi parte nuevamente cedí y después de seis visitas fallidas tendré que volver a pagar una vacuna. cj
Puede ser que el universo te esté pidiendo que lo la vacunes, o al menos algunas... Te copio una página, nomás para que tengas algo más que leer sobre el tema .http://insidevaccines.com/wordpress/ un abrazo, cuando las vemos?
ResponderEliminarGracias por el dato Fer, la verdad es que todo el tema de las vacunas es tremendo, muy bueno el sitio que me recomendaste, seguiré leyendo al respecto y debatiéndome sobre el mismo. Ustedes digan cuando y donde nos vemos y ahí llegamos. Un abrazo.
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