Les comparto mi preocupación porque en últimas fechas, mi hijo se escapa, y si no puede cuando menos lo intenta, de todas sus sillas, carritos y demás accesorios para bebés.
Desde que era muy joven, tendría unos ocho meses cuando estábamos en un crucero por las vacaciones de navidad, nos sorprendió saliéndose literalmente de su carriola en su desesperación por jugar y compartir la cena con los adultos; desde ese momento entendimos, que teníamos que tomar todas las precauciones para evitar un accidente, sin embargo, él todavía no caminaba y era más fácil controlarlo.
Me puedo imaginar lo incómodo y frustrante que es para un niño de su edad, pasar gran parte del día amarrado en la silla para comer, la silla del coche y la carriola, y a raíz de esta situación, he tenido que ingeniármelas para evitar dramas y berrinches.
Cuando le toca comer y lo subo a su silla, se para y endurece las piernitas para que no lo pueda amarrar, así es que ahora lo tengo que perseguir por toda la casa en cada bocado, con el inevitable riesgo de que se lo saque y se lo de al perro, o que de plano lo embarre en uno de mis muebles, que ya de por sí se han visto afectados.
Por lo que respecta a la carriola, que antes era mi mejor amiga cuando íbamos a plazas, parques y otros lugares públicos, ahora es enemiga de mi hijo; desde que la ve, pone una cara de sufrimiento como si tuviera púas o emanara descargas eléctricas. Y es natural, porque lo que él quiere es correr y ser libre, pero hay lugares en los que es imposible controlar los peligros, o los daños materiales. Una de las soluciones por las que Carol y yo hemos optado últimamente, es por rentar uno de esos coches de plástico, y cuando menos logramos distraer a los niños por un rato. Desgraciadamente como en la mayoría de esas “alternativas” para los niños, son mucho más las desventajas que las ventajas. Para empezar la renta es carísima, y desde el principio te advierten que si te pasas tantos minutos te cobrarán la hora completa, y así otros trucos para estafar a mamás desesperadas por pasar un rato en paz en compañía de sus hijos.
Por lo que respecta a la silla del coche, esa si es inevitable, no queda de otra más que apretar bien los tirantes (sin lastimar obviamente), y tratar de comprar la que parezca más cómoda, segura, y económica, porque hay algunas carísimas que parecen salas de masaje y que sirven para exactamente lo mismo que las demás. Y lo que ayuda para evitar disgustos, es poner la música que disfrutan para que canten y bailen, y tratar de evitar el tráfico y los eternos viajes en el coche.
Ya les compartiré más adelante algunas otras estrategias para evitar que mi hijo se escape, pero por favor, si alguna de ustedes ya tiene más práctica y nos quiere compartir cualquier tipo de alternativa, se los agradeceremos inmensamente. mj
Ilustración: Carmen Lara
Michelle!! gracias por compartirnos esto.
ResponderEliminarUna de las opciones es comprar uno de los cochecitos de plástico. A Matías se lo regaló su abuela y es super buena alternativa para salir al banco, a las plazas, al súper, etc., incluso en la casa se entretiene mucho con él. Yo creo que vale la pena la inversión.