Hoy después de mucho pensarlo empezaré a hablar en AF sobre la lectura. Lo hago hasta ahora para no saturarlas pues es un tema que me encanta y me parece fundamental, sin embargo para explayarme al respecto tengo otro blog y aquí solo tocaré aspectos relacionados con la maternidad, los niños, las palabras, el lenguaje, los cuentos, la imaginación, el vocabulario, jajaja, no es verdad, no me extenderé tanto… lo prometo…
Empiezo felicitando a quien sigue mis líneas porque sin darse cuenta está haciendo un ejercicio de lectura, así que de entrada no me pueden decir que no son lectores y que no saben como formar a sus hijos en este hábito porque aunque no quieran ¡están leyendo!, y tal vez lean mucho más en el día a día de lo que se dan cuenta, por lo que un elemento importante para transmitir a los pequeños el gusto por la lectura ya lo tienen aventajado y es ni más ni menos que su propio gusto por la lectura.
Leer es un asunto curioso, sobre todo porque en el mundo en el que vivimos las palabras están por todos lados. Tenemos que leer para saber la cantidad de medicamento que hay que darle a nuestros hijos, leemos para informarnos sobre el día a día, para instalar la silla del coche, para preparar una nueva y suculenta receta, para tranquilizarnos cuando algo no nos parece normal y buscamos más información al respecto. Leemos sin darnos cuenta de que lo hacemos y claro también leemos por placer, para perdernos en las páginas de una novela, recrearnos con un cuento, deleitarnos intelectualmente con un ensayo o deshacernos con una poesía.
Pues bien, se preguntaran ¿qué tiene que ver que leamos para dosificar la medicina o instalar la silla del coche, con los hijos, la maternidad y la lectura?, aparte de lo obvio, detrás de mis palabras hay tanto que les quiero contar que las ideas se agolpan en mi cabeza con tanta prisa que no se muy bien por donde empezar. El caso es que no aprendemos a leer el día en el que por primera vez nos presentan las letras en la escuela; nos hacen sentirlas en arena, lija o cualquier otra superficie, tampoco el día en el que entendemos que una m suena como “mmmmm” y se le llama “eme”, no queridas y queridos lectores. Aprendemos a leer en el instante en el que cruzamos el canal uterino y nos reciben en este mundo, ¡así de importante es la lectura!.
Porque leer es mucho más que decodificar, es observar y entender, es interpretar códigos y actuar en consecuencia. Por supuesto que sus pequeños al nacer no leyeron los letreros que se encontraron en la sala de parto o el quirófano, tampoco leyeron su nombre en el pequeño brazalete que le pusieron para identificarlo. Lo primero que leyeron en su vida, fue ni más ni menos que: su rostro. Con la misma atención con la que ustedes se pierden en las páginas de un libro o en las letras de un blog, sus pequeños se perdieron en su cara, observaron sus facciones, sus gestos y todo lo que los hace ser ustedes, es decir sus papás.
A esta primera lectura le siguieron infinidad de relecturas, cada vez más profundas y llenas de sentido, esa primera cara, se convirtió en la cara esperada, ansiada y amada. Los gestos que los bebés aprenden en los primeros días les ayudan a interpretar el mundo, a reconocer este ambiguo y hostil lugar al que llegaron.
A la lectura del rostro le siguen las palabras de la madre, esa voz ya conocida que resulta la guarida perfecta cuando todo lo demás es desconocido, por eso la urgencia con la que se les insta a las madres a hablarle a sus recién nacidos. No importa qué les digamos, el chiste es que nos escuchen, que les vayamos narrando el mundo al que llegaron y aminoremos la angustia frente a lo nuevo. Para eso las canciones de cuna, las rimas y todas esas palabras en verso que son el deleite de cualquier lactante.
¿Y eso es lectura? Se pueden preguntar, a lo que yo desde mi experiencia y opinión personal me atrevo a contestarles que si, porque es lenguaje y finalmente comunicación, cuando le hablas a tu hijo, le cantas y lo arrullas le estás enseñando que las palabras son una herramienta para decir, para querer y para expresar lo que sentimos.
En los primeros meses de vida los pequeños no necesitan más lectura que las palabras de la madre, su ritmo, tono y melodía dan forma al mundo en el que el pequeño se va haciendo fuera del útero. Es el mejor momento para leerle en voz alta la novela que tú estás leyendo, para jugar con los sonidos, inventarle canciones y repetir una y otra vez lo que sientes por él o ella.
Los primeros seis meses los mejores libros son aquellos que tu pequeño pueda tomar en sus manos y manipular a su antojo, de materiales suaves como tela o hule espuma o superficies resistentes a las babas como cartoncillo, pues en cuanto pueda intentará probarlo. Lo mejor es que tengan imágenes simples pero atractivas; animales, flores, colores, paisajes, objetos de la vida diaria, etc. En cuanto tu hijo sea capaz de tomarlo entre sus manos empezará a aprender cómo pasar la página y poco a poco descubrirá lo que puede encontrar en el interior de tan preciado objeto, lo increíble es que si lo encuentra junto con el resto de sus juguetes, lo tratará como uno más de ellos, es decir empezará a leer jugando. cj
Ilustración Carmen Lara
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