El día de hoy queridas lectoras lo dedicaré a un tema que como hace unos cuantos meses resolví se me había pasado por completo relatarlo, sin embargo hoy hablando con mi mamá caí en cuenta de que no lo había tocado en AF y me parece de suma importancia compartirles mi experiencia.
La historia comenzó cuando deje de amamantar a mi hija, el cambio fue paulatino, poco a poco más biberones y menos pecho, luego me enfermé y tuve que suprimir por completo el pecho y cuando intente volver a alternar mi hija ya estaba habituada al biberón y mi producción de leche era muy poca.
En estas semanas mi hija empezó con una leve diarrea, que la pediatra de inmediato le atribuyó a la dentición y me dijo que ignorara, pasaron unos días y al no ceder la diarrea la doctora asumió que mi hija tenía algún bicho y le mandó un antibiótico, el primero de toda su vida. Mi esposo y yo estábamos renuentes a dárselo pero nos ganó la ignorancia y desesperación del momento y al final acabamos por ceder.
Junto con la medicina nos recetaron una fórmula deslactosada que le dimos durante un par de semanas. Mi hija mejoró pero no por completo, como no dejaba de comer ni tenía fiebre la pediatra volvió a la hipótesis de los dientes y nos dijo que no nos preocupáramos. En cuanto volvimos a la fórmula normal volvieron las diarreas, por lo que asumimos que mi hija era intolerante a la lactosa y le dimos sólo leche deslactosada.
El cambio funcionó unas cuantas semanas pero luego volvieron las diarreas, está vez mucho más intensas. Había días en los que tenía que despertarla a media noche para enjuagarla, cambiarla y poner ropa limpia en su cama. La pediatra siguió achacando el mal a la dentición y yo casi loca de angustia decidí consultar a otro pediatra que de entrada le recetó un antibiótico y la misma leche deslactosada que ya tomaba. Desesperados seguimos sus instrucciones al pie de la letra, como en la otra ocasión mi hija mejoro unos cuantos días y luego volvió a presentar los mismos síntomas: diarrea extrema, abdomen inflamado y avidez (casi adicción) por la leche.
Hago un pequeño paréntesis para contarles que en todo este tiempo mi hija nunca dejo de comer, se sintió mal o presentó fiebre, en tres ocasiones analizaron su pañal y nunca salió positivo de alguna infección intestinal o parásitos, lo que solo nos confundía más, pues las diarreas parecían no tener explicación.
Sintiendo que los doctores no me escuchaban y viviendo absolutamente frustrada y asustada por no saber qué le pasaba a mi hija empecé a investigar cuál podía ser la causa. Después de descartar lo que sin resultados le habían diagnosticado di con la alergia a la proteína de la leche. Condición que cada vez es más frecuente y de la que mi hija llenaba todo el cuadro descrito en foros, libros y diversos sitios de Internet.
Así que si consultar a nadie más que a mi esposo decidí cambiarle a mi hija la formula sin lactosa por una formula hecha a base de soya. La primera semana fue una dicha pues mi hija mostró una mejoría casi inmediata, estaba por cantar victoria y gritar a los cuatro vientos mi éxito cuando alrededor de la tercera semana volvieron las diarreas, más intensas y desgastantes que antes. Supongo que mi hija estaba harta de estar medio rozada y eternamente suelta del estómago, sin embargo no estaba decaída o de mal humor. Yo en cambio estaba agotada de lavar y cambiar sábanas, cansada de no saber qué le pasaba a mi hija y aterrada de que las diarreas fueran el síntoma de algo más serio.
Volví a investigar y me topé con que la mitad de los niños que son alérgicos a la proteína de la leche lo son también a la soya, ¿entonces?, el tercer pediatra me recetó una formula a base de frutas y arroz que a mi hija le cayó de maravilla, cuando me dijo que probara de nuevo con la soya a ver cómo respondía busque una cuarta opinión.
Llegué con el cuarto pediatra hecha un energúmeno contenido (es decir furiosa y desesperada pero muy educada) le narré la vida y milagros de mi hija, todo lo que había hecho y las consecuencias que habíamos observado. Este último especialista me escucho con una paciencia de santo, me preguntó santo y seña de la alimentación de mi hija y por primera vez me cuestionó sobre la lactancia, cuando le conté que desde los primeros días de vida de mi hija yo había dejado de comer lácteos porque le producían cólicos me dijo: -la historia está completa tu hija tiene una moderada alergia a la proteína de leche, su sistema digestivo es inmaduro y no la tolera de ahí las diarreas- después de revisarla me dijo – la alergia ha avanzado por eso tu hija tiene algo de escurrimiento nasal y ¿ha tenido salpullido?- cuando le contesté que sí me dijo que esa era otra señal de la alergia, que por si fuera poco ya empezaba a llegar al canal auditivo. Es decir cómo cualquier alergia que no se atiende cada vez presentaba más síntomas.
El pediatra me recomendó una formula hidrolizada que costaba ni más ni menos que setecientos pesos (por un frasco que por el tamaño sabía que no nos duraría más de una semana), el problema además del precio fue que la formula sabía a diablos (acepto que la probé) y mi hija no quiso tomar un solo trago de la misma.
Cuando le hablé al pediatra me dijo que probara con leche de arroz, mi mamá (que también había investigado sobre la alergia) compró unos cuantos litros para que la probara mi hija y ¡¡¡santo remedio!!! Casi seis meses después del primer litro mi hija no ha presentado ni media diarrea, si acaso lo contrario, o sea algo de estreñimiento debido al exceso de arroz.
El pediatra me dijo que la alergia desaparecerá después de un tiempo y mi hija podrá tomar leche de vaca sin problemas, la verdad es que por el momento eso no me agobia en lo absoluto pues la leche de arroz se consigue fácil, tiene calcio y como ya no es su alimento principal le sirve bien de complemento. Si les cuento la historia es porque no me gustaría que alguien tuviera que padecer la incertidumbre, el dolor y la angustia de ver a su pequeño enfermo y no saber qué hacer para remediarlo. Sé que tuve mala suerte porque los primeros pediatras que consulté pasaron por alto la existencia de esta alergia, por suerte pude documentarme, platicar con otras personas en casos similares y al final de cuentas encontrar un pediatra atento a estos nuevos males. No me extiendo más, un abrazo. cj
Ilustración Carmen Lara
Tengo una pregunta, que edad tenía cuando dejaste de darle pecho?
ResponderEliminarTenía diez meses y cuando por fin descubrí la alergia y la leche de arroz tenía un año y un mes ;D
ResponderEliminarA mi bebé le sucedió algo similar. Ahora tiene cinco meses, siempre le he dado pecho pero su primer pediatra creía que tenía que subir más de peso (razón por la cual cambié de pediatra, entre otras cosas) y me dijo que tenía que darle además del pecho, fórmula.
ResponderEliminarA los dos meses y medio le di su primer biberón y al día siguiente se enronchó todita y tuvo diarrea. Yo estaba segura que era la fórmula y su pediatra insistió en que podía haber sido un detergente y que la diarrea era la reacción al cambio de leche. Una gastroenteróloga sugirió cambiar de fórmula a una hipoalergénica que no le provocó ronchas pero si diarrea y después nuevamente cambiamos a una hidrolizada que le cayó mucho mejor. Para el mal sabor la doctora sugirió agregar unas gotitas de vainilla, no se si esté bien o mal, pero funcionó.
Sin embargo, resolví que mi bebé no tiene ningún problema de peso y que está mucho mejor sin fórmula, cambié de pediatra y ahora sólo le doy un biberón muy rara vez y le sigo dando pecho.
No sé cuánto tiempo más le voy a dar pecho, pero es bueno saber que la leche de arroz es una buena opción para cuando deje el pecho.
Por cierto, me encanta el blog!