Pues desafortunadamente hoy tendré que ser muy breve, porque mi hijo está en casa con una infección en la garganta, y unas calenturas de miedo.
Desde la semana pasada les platiqué en alguna de mis entradas, que el terrible moco había regresado a nuestras vidas, pero parecía inofensivo hasta que este pasado Lunes, a las once y media de la noche, mi hijo se despertó con 39 grados de temperatura.
Lo saqué de la cuna hirviendo, rojo como jitomate y sudando, le quitamos el mameluco y de inmediato le dimos tempra. Afortunadamente está acostumbrado a tomar muchísima agua, así es que él mismo la solicitó cuando vio mi vaso lleno en mi buró…y tomó y tomó.
Estuvo con nosotros en la cama alrededor de media hora, hasta que la fiebre cedió y finalmente lo regresamos a su cuna con todas las precauciones; en ese momento pensábamos en los dientes, se asoman un par de colmillos y me han contado historias de terror alrededor de esos temibles y picudos dientes, así es que asumimos que nosotros empezábamos con lo propio.
Ayer amaneció con temperatura, un poco más baja, le administré nuevamente el medicamento, que como ya les he platicado me costó un par de gritos y empujones, le di de desayunar, y para cuando llegó la hora de ir a la escuela ya estaba perfecto. Yo, todavía pensando que eran los colmillos, le comenté a la enfermera que lo recibe de la calentura, de la medicina, y ella solo se limitó a decirme que no me preocupara, si la fiebre volvía me hablarían de inmediato.
Cuando lo recogí de la escuela lo note algo desanimado, pero no tenía fiebre, si a caso “febrícula” como le dice nuestro pediatra; Carol nos invitó a comer, y cuando llegamos a su casa mi hijo ya estaba hirviendo otra vez.
Regresamos rápido a la casa y lo metí a la tina con agua tibia, estuvo un rato jugando y tallándose los ojos, lo saqué y lo eché en su cuna para la siesta. Teníamos cita a las 6 con el doctor, lo tuve que despertar a las 5:30 y prácticamente le salía humo, con escalofríos lo subí rápido al coche y salimos de la casa.
Llegamos al doctor y ya nos esperaba mi esposo, yo ya un poco alterada porque cada vez veía peor a mi bebé; nos recibieron diez minutos después, y a mí se me hizo una eternidad, y en cuanto entramos al consultorio mi hijo se puso como loco y lloró como magdalena, a pesar de que el doctor es su tío abuelo le tiene un miedazo.
Lo revisó en mis brazos, vio sus encías y me preguntó por las temperaturas que le habían dado, en ese instante me confirmó que después de los 38 grados ya no pueden ser los dientes, e insistió que por esa razón solo les da febrícula, me dio un poco de risa internamente.
Salimos del doctor con receta para antibiótico, al parecer tiene una infección en la garganta y por eso está comiendo poco, tiene alta la temperatura y el moco incesante; en fin, gajes del oficio pero que no dejan de sacar importantes sustos, ahora estoy en mi casa vigilando cada uno de sus movimientos, lo he metido a la tina cuatro veces en dos días y seguiré al pendiente. mj
Imágen: Carmen Lara