Nosotras
vivimos heridas, no levantamos la cara por miedo a que descubran nuestro rostro
y el dolor permanente en nuestra mirada, no somos cobardes porque seguimos
luchando, pero cada día la lucha pesa más, porque sabemos desde lo más profundo,
desde ese espacio incierto en el que gestamos a nuestros hijos, que en este
país los hijos desaparecen.
Somos
todas y no lo somos, porque desde mi terror aún tengo la dicha de contemplar a
mí hija, de saberla a salvo, de apretarla contra mí y tomarla de la mano. Yo
aún no soy la madre que deambula sufriendo la peor laceración que puede sufrir
quién ha engendrado vida en su vientre o espíritu. La ausencia. El desconsuelo
infinito al perder lo que más se ama.
Ese
dolor revienta en las entrañas, presa del eco perpetuo de las preocupaciones
mínimas de una madre ¿tienes frío mi amor? ¿comiste? ¿qué pasa que sigues con
la ropa sucia? ¿estás asustado? ¿te lastimaron? ¿qué sucede? ¡contesta! ¡no te
escucho! ¿está obscuro? ¡no te encuentro! ¡hijito, hijita! ¡maldita sea! ¡mi
niño, mi niña!, ¡¿en dónde te han puesto?! ¡¿qué te han hecho?!
Aquí
a los hijos se los tragan los cerros. Parece que vale más ser de los que pegan
que intentar resolver las cosas con palabras, hay que escupirle a los otros
para garantizar el pellejo y no andarse con buenos modales porque la amabilidad
confronta y se paga con balas, palos, desaparecidos…
Hija,
este es el país que habitas, que me roba el sueño y hace temblar a las madres. Protegeré
hasta las nubes la infancia que te arropa y el color de tus sueños, trabajaré
hasta arrastrarme por cambiar estos paisajes y bordar algo de esperanza, porque
mereces más vida, porque esa madre que somos todas y solo es ella tiene que
saber que algo haremos, que el desconsuelo no nos robará la lucha, que su miedo
es el nuestro y sus lágrimas las que iluminen el cambio.
Yo
soy madre, soy mexicana y me pronuncio en contra de la violencia y corrupción
que saquea el México en el que estoy viviendo. Abrazo a cada mujer que ha
experimentado el crimen en la carne masacrada o desaparecida de sus hijos,
condeno el pavor que nos imponen y el régimen de mentiras en el que nos
mantienen. Yo soy madre y no descansaré hasta cambiar la realidad inmunda que
me niego a heredarle a la hija.
cj
*La reflexión por supuesto va también a todos los padres de familia.
** La imagen es una muestra de las ilustraciones individuales que realizaron reconocidos artistas del país.