lunes, 28 de julio de 2014

Estimados padres de familia:

Han pasado casi dos semanas desde que terminó el ciclo escolar, un año que personalmente fue complicadísimo porque me estrené como directora de secundaria y en medio del caos del reconocimiento entre alumnos y maestros, en diciembre nos avisaron que la escuela en la que estaba cerraría sus puertas definitivamente en julio.

La experiencia sigue fresca y hay tantas cosas que aún tengo que reflexionar al respecto que no me atrevo a hacer juicios sobre el trabajo que desempeñé o si me gustaría volver a ejercer un cargo de este tipo en otra escuela.

Un día antes de la graduación y último día de clases, después de innumerables citas con papás y de padecer la presión de la SEP que exigía descaradamente que pasara a todos los alumnos, llegué a mí casa y me puse a escribir una carta que sabía que nunca enviaría, una carta que me sirvió para sacar un poco de las frustraciones y tristezas con las que me topé a lo largo del año, porque lo más difícil de cambiar son las miradas obtusas e irrespetuosas de algunos padres de familia, porque parece que vivimos en un país en el que la educación siempre será una actividad menos y que no es necesario atender.

Les comparto la carta,  porque como mamá no quiero descuidar lo importante  y darme cuenta demasiado tarde del tiempo y los límites que son imprescindibles para mi hija. 

Me encantará saber sus piensos o experiencias al respecto. 
cj

La imagen es de ISOL

Estimados Padres de Familia,

Se acabó el ciclo escolar y es momento de que escuchen, sí, porque los he escuchado por horas, en mi oficina, por teléfono o a través de sus correos, también a aquellos que creen no haber dicho nada han hablado más de lo que se imaginan con su silencio y ausencias.

Quiero que sepan que dirigir la secundaria de sus hijos me ha abierto los ojos más que cualquier otra experiencia en mi vida, si antes creía en los adolescentes y me parecía interesante trabajar con ellos, ahora sé con certeza que en la mayoría de los casos, los chicos de secundaria son víctimas del pésimo sistema de educación que reina en nuestro país, la desatención que viven en casa y los complejos de eterna juventud de sus padres. En pocas palabras, víctimas del individualismo desmedido que es el estandarte de la sociedad moderna.

A un adolescente se le educa desde la cuna, se empieza con el cariño y los cuidados básicos y se continúa con el respeto esencial que todo ser humano debe brindarle a otra persona, se refuerzan una y otra vez las palabras de cortesía, las formas que parecen de otra época y ahora hacen tanta falta. A un adolescente se le enseña a amar el conocimiento desde casa, con el ejemplo el respeto a sus inquietudes y el dialogo constante.

La adolescencia es un momento para crecer y asumir una postura frente al mundo, este proceso es doloroso y está lleno de dudas y momentos de ambivalencia, duele crecer, dejar la infancia y hacerse responsable de las decisiones que se toman, pero duele más el abandono. Ese abandono que muchos de ustedes esconden bajo la alfombra e ignoran cuando lo ven en las calificaciones, la falta de comunicación con sus hijos y la perdida del respeto entre generaciones.

Discúlpenme que se los diga pero a la escuela no le toca educar en todo lo que a ustedes no les interesa ser consistentes, los maestros no pueden reconstruir aquello que durante 13, 14 o 15 años se ha marchitado sin tregua. Los maestros somos personas curiosas e interesadas en el desarrollo integral de sus hijos, un desarrollo que creemos ya avanzado cuando llegan a nuestras aulas.

No sé en qué momento nos volvimos sus empleados, cuál fue el enormísimo error que cometió nuestra sociedad para criar adolescentes tiranos, niños en transición que nos truenan los dedos, vociferan un lenguaje lleno de insultos y al final del día lloran en un rincón porque no saben resolver una multiplicación. No sé qué los hace sentir a ustedes, papás y mamás, seres tan superiores a nosotros que acuden a nuestros salones a amenazarnos, culparnos del desempeño de sus hijos y echarnos en cara problemas que les tocaría resolver a ustedes.

En este tiempo aprendí que las relaciones con los hijos o se nutren a diario o se extinguen, no podemos ser padres y madres en los tiempos libres, la infancia se va demasiado rápido y hay muchos estímulos externos que luchan por quitarnos la responsabilidad de educar a nuestros hijos.

Como mamá, maestra y ex directora de secundaria, les pido que abran los ojos, que se tomen el tiempo necesario para atender a los jóvenes, que resanen las relaciones gastadas e intenten educar desde lo más importante. Los jóvenes de secundaria necesitan límites, juegan a ser mayores con el deseo inconsciente de que poco a poco se les marquen las reglas del mundo adulto, respetar la adolescencia no significa desaparecer del campo de visión de los jóvenes, es estar desde una distancia prudente pero constante, que ellos sepan que no están solos que aprendan a asumir sus errores y también a pedir ayuda.

Al final del día las calificaciones van y vienen, su rabia ante las reprobadas esconde muchas otras frustraciones que no deben descargar en mí o en los maestros, porque nosotros somos pasajeros, co-responsables por un rato del crecimiento y desarrollo de sus hijos pero nunca tendremos el lugar que tienen ustedes, estimados padres de familia.


Attentamente,
cj 

1 comentario:

  1. Buena reflexion...que bueno que se pudo desahogar bajo el uso de este medio...pobres de aquellos que les queda el saco...recuerdo esos anhos...

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