No puedo creer que ya pasó otra semana, sigo con algunas molestias pero estoy aprendiendo a vivir con ellas, y las peores me las quitó mi doctor con algunas medicinas inofensivas.
El miércoles pasado fuimos a nuestra segunda cita mensual, ahora decidimos llevar a nuestro hijo para involucrarlo un poco más en este proceso, y no sorprenderlo cuando llegue su nuevo hermano o hermana al mundo; por fin vimos su corazón latiendo perfectamente, todavía no tiene forma humana, pero yo lo vi enorme, y afortunadamente todo va de maravilla.
Mi esposo desde antes le explicó a nuestro hijo que íbamos a ver a “Confi”, como decidimos llamarle a nuestro bebé desde que yo, buscando en internet el tamaño aproximado de acuerdo a las semanas de gestación, cuando recién nos enteramos de mi embarazo, encontré un sitio web que decía que era del tamaño de un confeti, y me pareció muy chistoso.
Mi hijo, que apenas empieza a hablar, le dice “Compi”, y después de ver que el doctor me ponía el aparato del eco en la panza, comprendió que ahí está, quien sabe cómo o qué, pero ahí está.
Yo me he sentido un poco frustrada, porque el extremo cansancio que siento durante el día, no me ha permitido continuar con un proyecto en particular en el que llevo trabajando meses, pero espero que pasando el primer trimestre me sienta mejor, y lo pueda echar a andar cuanto antes, ya les platicaré.
Mi cuerpo sigue cambiando, todavía no parezco embarazada, pero mi ropa ya empieza a apretar de la panza, y aunque mi hermana insiste que ya saque mi ropa de maternidad yo me resisto, creo que todavía es muy pronto, puedo usar la ropa que me queda más flojita hasta que de plano ya no me entre, y así evito odiar mi ropa de maternidad a la mitad del embarazo.
Creo que mis estados de ánimo también están un poco más estables, ya puedo identificar cuáles son los momentos del día que más trabajo me cuestan, y trato de distraerme o sentarme un instante a descansar, aunque mi hijo no me da grandes oportunidades de hacerlo. También descubrí, con un poco de ayuda de mi doctor, que cuando peor me siento del estómago, es cuando he pasado varias horas de ayuno (antes de comer o de cenar), así es que trato de comer algún snack a media mañana y a media tarde, para tranquilizar la acidez y las náuseas.
Así han pasado los días, y aún cuando los malestares continúan, yo cada vez estoy más feliz y convencida de la decisión que tomamos; cada día quiero más a este bebé que viene en camino, y ya lo esperamos con los brazos abiertos. mj
Ilustración: Carmen Lara
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