En realidad ya estoy en el curso
de la semana 35, pero no podía pedirle a mi Mamá que cambiara la ilustración
después de tantas que he desperdiciado; y es que siguen pasando los días y las
semanas con una prisa desgastante y agotadora.
Desde hace un par de semanas les
quería compartir una revelación que tuve, y que hoy finalmente se materializó.
Después de una semana agotada por las actividades de todos los días, aunadas a
mi obsesión por tener todo en la casa impecable y perfecto, por fin acepté que
ahora que seré mamá de dos niños, irremediablemente voy a necesitar ayuda.
No tengo la fortuna de tener a mi
Mamá cerca, y aunque sé que las primeras semanas después de la llegada de
Jerónimo ella estará aquí al pie del cañón, tengo que ser realista y pensar en
el momento en el que me quede sola, considerando que mi esposo se irá a
trabajar, y que Carol hará lo propio (aunque ya está aleccionada de que nos
tendremos que ver todas las tardes sin excepción).
Me niego rotundamente a tener a
una nana, o a que me ayuden a bañar o a cuidar a mis hijos, pero yo no lo puedo
hacer si no tengo a alguien más que se preocupe por mantener la casa limpia y
en orden, por hacer la comida y recoger la cocina. Soy de esas personas que
disfrutan de su soledad, no me encanta la idea de tener a otra persona ajena a
mi familia metida todo el día en la casa, pero no me queda de otra, y por
fortuna parece que encontré, con el apoyo de una muy buena amiga, a la señora
ideal para el trabajo.
Hoy Rufina “Rufi” llegó muy
temprano, con excelente actitud y dispuesta a aprender la rutina de la casa y
la forma en que me gusta que se hagan las cosas. Yo, todavía un poco escéptica,
le di un pequeño tour por la casa, y justo cuando le iba a pedir que empezara
con algo de quehacer oí los gritos de Gabriel, mi hijo mayor, exigiendo que lo
sacara de la cuna (porque aunque ya con algo de trabajo lo puede hacer solo,
todavía tiene la paciencia de esperar a que yo llegue).
Rufi se me pegó y subió conmigo,
entró detrás de mí a la recámara de mi hijo y lo saludó como si lo conociera
desde que nació; mi hijo, que se caracteriza por ser sumamente sociable y
platicador, y a quien desde ayer le expliqué que hoy llegaría una señora nueva
a ayudarnos, ni tarde ni perezoso se paró y la saludo, le empezó a enseñar sus
juguetes y a decirle que se los iba a prestar para que jugara. Como siempre, yo me disponía a sacarlo de la
cuna para llevarlo a mi cama a cambiarlo, cuando Rufina me preguntó si ella lo
podía hacer para “empezar a conocerse”, y yo sin ninguna reserva acepté.
A algunas de ustedes esta
historia pudiera parecerles exagerada, pero para mí, y lo sabrán quienes me
conocen bien, es un gran paso que puede significar un gran descanso en las
últimas semanas de mi embarazo, y lo más importante, una gran oportunidad para
disfrutar a mis hijos sin tener que estresarme por cosas que no valen la pena.
En relación a mi embarazo todo
marcha sin mayores contratiempos, ya estoy cansada principalmente porque me
cuesta mucho trabajo dormir en las noches, y eso repercute en el resto del día,
pero trato de relajarme y de descansar cuando Gabriel duerme su siesta después
de comer. Eso sí, en las pocas horas en las que logro pegar el ojo por la noche
me siguen torturando los sueños, y empiezo a sentir los nervios y temores
normales por lo que viene, pero eso será tema para otra de mis esporádicas
publicaciones. Gracias por leernos. mj
Pues dile a Rufi que la mando saludar y que qué maravilla que la encontraste. Felicidades! A los niños les sirve despegarse un poco y tú descansa lo más que puedas y haste concha. Aprovecha las oportunidades que te llegan sobre todo en estos últimos días y en el comienzo de tu nueva vida con dos. TQM
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