Pues, aquí
estoy. De regreso porque tengo una duda existencial que me carcome. En
apariencia no es nada importantísimo, pero precisamente por eso me parece relevante
porque a muchas mamás y papás nos preocupa y no se habla del tema.
La cuestión es
la siguiente. Hace un par de semanas Lucía cumplió cuatro años, lo celebramos
con una fiesta modesta, Lucía invitó a
sus amigos y nosotros aprovechamos la ocasión para invitar a algunos de nuestros
amigos. Todo sencillo.
La cumpleañera
se la pasó de maravilla, encantada con el brincolín y la actividad que
previamente ella había planeado (que le contáramos a sus amigos su cuento
favorito y luego todos pudieran pintar). El pastel
casero (confeccionado por la abuela), fue un éxito y el mini bolo (tres dulces
típicos morelianos) también fue bien recibido. Todo fue felicidad, juegos,
niños alegres (sin estar sobre
estimulados) y papás tranquilos.
Todo, menos el
momento en el que la fiesta concluyó y nos percatamos del montón de regalos que
tenía Lucía. La fiesta fue en el
jardín del lugar en el que vivimos, a diez metros de mi casa y aún así tuvimos que dar varias
vueltas para llevar los regalos a la casa.
Por supuesto,
Lucía quería abrirlos. Yo me sentía atrapada, no sabía qué hacer para enseñarle
a mi hija que lo maravilloso de su cumpleaños era el año nuevo que empezaba y
la convivencia llena de juegos y risas que había tenido con sus amigos, no los
regalos.
Como era tarde
la solución fue permitirle abrir
los regalos (quitarles el papel de envolver o sacarlos de las bolsas) y luego
desempacar solo dos. Eran tantas cosas que mi hija mal veía una cosa cuando ya
estaba rompiendo el papel de otra caja. Al final no tenía idea de qué tanto le
habían dado y decidió abrir un playmobil y una muñeca, jugó con ellos cinco
minutos y luego se metió a bañar y se durmió.
En cuanto ella
se durmió yo bajé a ver qué le habían regalado. En principio me sentí agradecida
ante el despliegue de juguetes, ropa y libros, pero luego me sentí algo apenada
por la cantidad de cosas y el costo de las mismas.
Desde que
nació Lucía mi esposo y yo hemos procurado no comprar juguetes (solo en Navidad
y algo sencillo), nos gusta que tenga suficientes cuentos y materiales para
dibujar pero somos bastante selectivos en los “monos” y juguetes. La idea no ha
sido limitarla sino intentar que sea creativa y no necesite de “algo” para
jugar y divertirse.
El cúmulo de
regalos no tenía que ver con que fueran los juguetes apropiados o no, tenía que
ver con la cantidad, con el exceso de cosas. Estuve un buen rato contemplando
los juguetes hasta que decidí separar unos cuantos y guardar la mayoría.
Al día
siguiente Lucía se despertó ansiosa por ver el resto de sus juguetes, en la
mesa de la sala encontró dos cuentos, la ropa que le habían dado, dos platos, un
juego de madera para jugar a hacer galletas, un libro para dibujar y un pony. De
inmediato abrió el juego para hacer galletas y el pony, jugó con ambos y luego dibujó un rato, me entregó los cuentos para leerlos esa misma
noche y acomodó debajo de su almohada la pijama nueva, la ropa me la paso sin revisarla. No preguntó sobre los otros regalos, porque evidentemente no se
acordaba de ellos.
Yo, por lo
pronto no tengo la menor idea de que hacer con el resto de los juguetes…
Lo que si sé
es que no quiero volverme a encontrar en esta situación, no quiero que Lucía
tenga que invitar a menos amigos para garantizar que haya menos regalos, no
quiero que la celebración gire en torno a las cosas y que nuestros invitados se
sientan obligados a llegar con algo.
¿Qué pasaría
si en la próxima invitación de cumpleaños encontraras la leyenda “Con tu
presencia es suficiente, por favor NO REGALOS”?
¿Qué opinan?
cj
Hola carol.. a mi me pasa algo similar con el proximo bautiso de mi hija.. tiene un año y tras un mes em terapia interapia y meses d muchos cuidados para tratar d q no se enferme y se agrave su ya critica situacion.. me veo en el predicamento de querer una fiesta sencilla con pocos amigos... sin embargo.. hay tantas personas a las q agradecer los hermosos detalles q han tenido.. q se sale de control la fiesta.. y con tanta expectativa d decoracion.. de detalle.. mesas d postres.. vestidos y demas .. me hace pensar como tu.. vivir y disfrutar la vida de una manera sencilla.. pero mas consiente.. creo al final no se puede decir no traigas regalos.. como yo no ppdre decir xfis no le agarres sus manitas xq se enferma.. pero si podemos en casa enseñarles a valorar cada momento imcreible y todos los colores q tiene la vida! Tm
ResponderEliminar¡Hola Anónimo! muchas gracias por compartir con nosotras tu experiencia, creo que estamos a la par en el sentimiento. No sé en que momento hemos perdido el sentido de las reuniones y el punto para el que queremos juntarnos con amigos. Y tienes razón, al final es en casa donde debemos seguir enseñando lo que importa. Te mando un abrazo y los mejores deseos para tu pequeña. cj
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