martes, 20 de diciembre de 2011

¡Y pasamos el primer trimestre!



¿Han oído la expresión “se me subió el muerto”?, se usa coloquialmente para describir ese cansancio que no te permite ni levantarte de la cama, que ves pasar a la gente y las horas en el reloj y tú sigues en un estado de ausencia física… pues yo llevo casi todo mi embarazo con un muerto pesadísimo encima, y solo se baja cuando inevitablemente necesito estar lúcida y despierta para cuidar a mi hijo de 20 meses.

Es chistoso como dos embarazos pueden ser tan distintos, para mí el primero transcurrió sin mayor contratiempo, estaba cansada pero aguantaba la larga jornada de trabajo diaria sin problema; ahora pasé por una molesta etapa de nauseas, malestares estomacales, ascos repentinos, acidez, y una larga lista de achaques que paralizaron algunos aspectos de mi vida.

El de madre sin embargo, es irrenunciable e intransferible, no hay forma de esconderte o de evitarlo, y no necesariamente por obligación, sino porque en situaciones como ésta (y la pongo en perspectiva porque sé que hay mucho peores) se pone a prueba hasta la última gota de amor y paciencia.

En las últimas semanas, mi hijo me ha hecho los peores berrinches de su vida; llora por horas sin razón tratándome de explicar algo que evidentemente no entiendo, si le doy un vaso quiere el otro, le doy un bocado y después de masticarlo lo escupe, ya no quiere comer en su silla alta, no me deja cambiarle el pañal, en fin, me llevaría mucho tiempo describir sus más recientes gracias. Lo más estresante y desgastante de la situación, es que el ver sufrir y patalear a mi hijo me ha provocado un terrible sentimiento de culpa; no cuestiono nuestra decisión de encargar a otro bebé, pero si me preocupa el alcance y el grado en el que puede llegar a afectar a mi hijo.

Y es cierto, no soy ni la primera ni la última mujer en esta situación, un segundo embarazo es de lo más normal y natural que puede suceder en una familia, pero a veces es complicado entenderlo cuando tienes al niño colgado de la lámpara derramando mocos y baba.

Haciendo a un lado (si es posible) el pequeño problema que representan los cambios drásticos en el humor y en el comportamiento de mi hijo, físicamente me siento bien. Cuando tengo un poco de energía (y el muerto se va a descansar), además de perseguir a mi hijo, me he dedicado a cocinar lo que se me antoja, que por desgracia no es nada dietético ni saludable, pero he tratado de mantener una buena alimentación a la par.

Sigo usando mi ropa, particularmente los pantalones que antes me quedaban flojos de la cintura, y ya de plano escondí en lo más profundo de mi clóset los pantalones pegaditos y esas cosas con las que me siento como un chorizo a punto de desparramarse, finalmente también hay que aprovechar las bondades del embarazo.

Mañana tenemos la tercera cita para ver el desarrollo de nuestro bebé, y como siempre, me emociona pero también me pone nerviosa; siempre he tenido algo de hipocondría, y ahora como se lo platiqué ayer a Carol, sufro de hipocondría materna, pero espero que todo esté perfecto, ya les contaré. mj
Ilustración: Carmen Lara

1 comentario:

  1. espero hayan pasado unas felices fiestas! estoy al pendiente de sus actualizaciones :) mis mejores deseos en el embarazo y con la familia entera!

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