martes, 13 de marzo de 2012

De la cuna a la cama...


Hace dos días le quitamos por segunda vez el barandal a la cama de Lucía. La primera vez fue hace unas cuantas semanas y no funcionó porque ella empezaba a estar medio enferma y el cambio junto con los síntomas de la alergia que padecía fueron una pésima combinación.

Sin embargo el sábado ella pidió que se lo quitáramos, de repente dijo -a quitar  la pared de mi cuna- (nótese que está en la etapa en la que cree que todo sucede mágicamente y además en el momento en el que ELLA lo solicita*), pensamos un poco en el asunto y nos pareció un buen momento para intentar de nuevo la hazaña. Mientras mi esposo desarmaba la pequeña cuna que se convirtió en camita, Lucía lo observaba incrédula y nerviosa.

Su primera reacción fue decir -¿¡cama mamá?!- a lo que los dos respondimos que sí para contar el cuento y la sesión de abrazos acostumbrada antes de dormir, pero no para dormir toda la noche, le dieron un poco de ansias pero al final le encantó la idea de caminar a su cuarto y ella solita subirse a la cama.

Se acostó rodeada de todos sus monos y nos despidió sin el menor problema. Nosotros nos quedamos un rato afuera de su cuarto, un par de horas más tarde yo entré para revisarla y estaba estirada a todo lo ancho y roncando profundamente, la acomodé un poquito y acolchone como pude el piso pues me daba (y sigue dando) pánico que se caiga.

La primera noche Lucía llegó en la madrugada a nuestro cuarto, nos asustó tremendamente**, y en un estado que no sabemos bien si era de sonambulismo (totalmente dormida) o entre azul y buenas noches (es decir medio despierta) se acercó a nuestra cama y pidió un poco de leche. Mi esposo la volvió a acostar y el resto de la noche transcurrió sin eventualidades. A las siete en punto llegó gritando, se subió a la cama y nos comunicó con todo orgullo que se había bajado de la cama solita.

La segunda noche empezó sin problemas, ella caminó a su cama, se tapó, espero a que la abrazáramos y nos despidiéramos y se durmió sin problemas. La madrugada transcurría con calma y todos dormíamos, hasta que se escuchó un golpe y luego el llanto. Me desperté y grite ¡Lucía se cayó de la cama!, corrimos a su cuarto (los diez metros que hay entre un cuarto y otro) y la encontramos en el piso, la revisé y consolé, mientras le preguntaba donde se había pegado y si le dolía algo, no me contestó, se acomodó en la cama y en segundos ya estaba profunda. Mi esposo (casi con el barandal y desarmador en mano) me dijo –vayan a cama mamá y ahorita vuelvo a poner la cuna-, pero mi hija de nuevo roncaba y a pesar del susto la caída de  (veinte centímetros) no había sido tan tremenda, así que preferimos acolchonar mejor en caso de otra caída y volver a dormirnos.

En la mañana volvió a llegar encantada por haberse bajado ella solita pero absolutamente amnésica de la caída, con un pequeño golpecito en la boca (al parecer se mordió al caer) pero sin preocupaciones ni miedos sobre lo ocurrido.

Cuando le conté a Michelle todo el asunto me dijo que lo más probable es que a pesar de la caída nunca se despertó. El dilema ahora es ¿volvemos a poner el barandal?, ¿conseguimos un colchón para su futura cama?, ¿dejamos que asimile los cambios y seguimos acolchonando bien el piso?.

El tema parece superficial pero  ha sido todo un asunto de reflexión, la directora de la escuela de Lucía me comentó que María Montessori recomendaba que los bebés durmieran sólo en un colchón (nunca en cuna), lo que les permitía ir construyendo su espacio desde muy pequeños y hacía que la transición a una cama fuera relativamente sencilla. La idea me encanta pero por ahora para nosotros es un poco tarde para implementarla (sacar la cuna así nomás a Lucía no le gustaría nada).

La cuestión es que crecen en un suspiro y de repente asuntos que parecían lejanos nos sorprenden y agarran desprevenidos, para nosotros como papás lo importante es no solo asegurarnos de que esté segura y cómoda sino también respetar su deseo y recién adquirida autosuficiencia, parece poquita cosa pero el hecho de poder subir y bajar de su cama en el momento en que ella quiere es todo un acontecimiento.

Y a todo esto ¿qué hacen ustedes con cunas, camas, barandales, colchones y demás menesteres? cj

* Muy pronto escribiré sobre el lenguaje a los dos años
** Algún día les contaré todo sobre ese susto